Prisión de Cunhal
Trento se quedó observando al hombre de un metro ochenta que estaba amarrado en la cama con tiras de cuero gastado. Respiraba con dificultad y sus ojos, de un azul intenso, parecían mirar al techo sin verlo. Procurando no hacer ruido, Trento acercó una silla a la cabecera.
—Hola Tudyk… me han dicho que quería verme. Mire… le he traído unas revistas de ingeniería inversa. Sé que le gustan —dijo de un modo amable mirando el delgado rostro de tez dorada.
Trento aguardó alguna reacción. El enfermo permaneció en silencio.
—¿Qué quiere de mí? Créame Tudyk… no tengo mucho tiempo.
Tudyk sacudió la cabeza como alejando algún mal pensamiento. Luego, como hipnotizado, se quedó mirando fijamente a su visitante. Trento miró dentro del abismo de sus ojos y lo recorrió un escalofrío.
—¿Cree en las casualidades doctor?
Trento se quedó observando al hombre de un metro ochenta que estaba amarrado en la cama con tiras de cuero gastado. Respiraba con dificultad y sus ojos, de un azul intenso, parecían mirar al techo sin verlo. Procurando no hacer ruido, Trento acercó una silla a la cabecera.
—Hola Tudyk… me han dicho que quería verme. Mire… le he traído unas revistas de ingeniería inversa. Sé que le gustan —dijo de un modo amable mirando el delgado rostro de tez dorada.
Trento aguardó alguna reacción. El enfermo permaneció en silencio.
—¿Qué quiere de mí? Créame Tudyk… no tengo mucho tiempo.
Tudyk sacudió la cabeza como alejando algún mal pensamiento. Luego, como hipnotizado, se quedó mirando fijamente a su visitante. Trento miró dentro del abismo de sus ojos y lo recorrió un escalofrío.
—¿Cree en las casualidades doctor?
—No —respondió pensativamente —. Aunque,
a decir verdad, existen la ocurrencia de accidentes, las reglas del azar y
algún que otro suceso imprevisto.
—"Usted no ve, sus ojos son ciegos" —dijo
en tono de compasión—. "No entiende las puertas que se abren".
—Leí su historial… ha tenido una brillante
carrera científica.
Tudyk sonrió.
—Eso no tiene importancia. Escúcheme sólo cuando deje de oírme.
Tudyk sonrió.
—Eso no tiene importancia. Escúcheme sólo cuando deje de oírme.
—No lo entiendo.
—Hay sucesos que ponen en movimiento
potencias, Sr. Trento. La arquitectura del futuro es muy compleja. Existe un
orden, si éste se interrumpe queda resquebrajada la misma.