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lunes, 4 de febrero de 2019

Prólogo a mi libro de poemas: “Decir la noche” …


La noche sólo es explicable con la noche. Y la noche, como la poesía, es creación. Podríamos preguntarnos: Creación, ¿de quién? La noche es creación del misterio, de la magia, del encantamiento, de los sortilegios, del hechizo, de una interrogación que desemboca en la corriente de lo extraordinario, en la corriente de las distancias siderales … y, ¿por qué no afirmar lo que intuimos de antemano?:

La noche es creación de Dios. 

La noche es acontecer, se instala en uno y crece continuamente como esos enigmas que siempre nos resultarán inexplicables. Para el poeta, es talismán. Nace de un punto ciego que se entronca con lo sagrado. Nace de una necesidad. Necesidad que cubre la desnudez infinita de los hombres. La noche es tentación. Es exigencia de lo infinito. Es la posibilidad y expresión más alta de las sombras. La noche es otro sol.
  
Entonces, ¿cómo Decir la Noche desde la encarnación de la palabra, desde un poema?

Sólo tengo una respuesta: Decir la Noche desde la inspiración.