miércoles, 22 de agosto de 2012

Desde lejos...

Yo estaba allí contigo,
prisionera de un tiempo destinado a pasar,
quizá, como testigo.

Y entre un paso y su senda descubrió la distancia
un patrimonio en sombras para abrir los caminos,
las luces del acierto descifrando el mensaje
donde un golpe de fe nos eterniza.

La muerte en que te pierdo
es un momento a oscuras que contiene la llaga
de un recuerdo en suspenso donde no estuve nunca.

Te llamo en el silencio;
arbitrio fue aquel pacto desde tu credo dado,
y sigo iluminándote también desde mí misma,
como quien va buscando detrás de sí
sabiéndose la historia prometida,
habitando la estrella de un día en la señal
del cielo de otra vida.

Da miedo la noche en los espejos;
desde este lado del no estar me organizas la ausencia,
y hay tanto verbo en duelo en el callar.

Yo no quiero perderte.
No quiero que se fugue tu imagen en los retratos
del sueño que tuvimos;
ni asistir a tu falta en la primera soledad,
donde la hora del desencuentro o el adiós
siquiera se ha cumplido.

Yo estaba allí contigo;
la noche en los espejos en un confín del mundo,
al reverso, en secreto, el sello que elegimos.

PD: Continúo sin correo electrónico.