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domingo, 28 de marzo de 2021

PAÑUELO AL CUELLO por HORACIO DE STEFANO

 


No quiero despertar en otro sueño,

maldito de llorar en otro sueño,

perdido de las sombras que han gritado,

ajeno a aquellas borras que han marcado a mi porrón…

 

desnudo supe andar por tu mirada…

no quiero andar en cueros por la nada,

creyendo que, quizá, ha cambiado el viento,

creyéndome vivir en la infeliz confesión de otro sueño

sin luz, ni rebeldía, ni amor,

ni espejos pa´l alma…

 

no quiero despertar sin sombras que cargar…

los compas que han llamado en su silencio,

las brujas que han volado, pañuelo al cuello su ardor…

y mi deseo…

 

no quiero despertar en otro pueblo,

maldito de llorar en otro pueblo…

perdido de las lunas que he sangrado,

ajeno a aquellas borras que han marcado mi porrón,

cantando…

 

jueves, 14 de enero de 2021

Prólogo al Libro de Poemas: “Recuérdame” de Esteban D. Fernández

 

Por Horacio De Stefano

Buenos Aires, mayo del 2016


¿Cómo presentar un libro de poesía?... ¿cómo describir el vuelo de una mariposa o el yunque de un herrero?

¿Cómo presenciar el nacimiento de los frutos?: ¿desde las manos del labrador?, ¿desde la grieta de la tierra fértil?

¿Cómo presentar un libro de poesía?

Se habla de un autor, de su alma rebelde y a la vez dócil. Se habla de los versos, libres de ser, pájaros… el canto del alma, el rugido del amor en cada verso.

Seguramente ambos elementos, autor y obra, están mucho más ligados entre sí de lo que puedan especular o decir de ellos estas palabras.

No imagino ahora la importancia de un prólogo, pues sólo puedo dimensionar entre vislumbres el camino que se abre a partir de las páginas siguientes… quizá esto sea un simple acompañamiento que, imposiblemente, pueda dragar la profundidad de dicho camino, las páginas verdaderamente necesarias.

El amor del poeta… la piel de la poesía…

Fuego y lluvia, eso será cada poesía en su más noble decir.

Polvo y viento el poeta, sólo eso, nada más y tanto, en la colonia de sueños y realidades que lo atraviesan.

De poco y nada serviría intentar descifrar los laberintos que lleva la mariposa en su vuelo… y es que tampoco existe un servir en descifrarlos, debemos pues explorarlos con los sentidos. Y es el impresionante acto de quedarse uno inmóvil, inmovilizado y flotando, observando semejante belleza… una de las maravillas de nuestra naturaleza: el vuelo de la mariposa, el alma del poeta, el yunque del herrero.

Y él lo sabe, pájaro de alas de seda, porque eso mismo es su poesía, el espíritu sin fronteras que fascina al amador que lo observa y lo inmoviliza, con brisa en el cuerpo, flotando, mientras libera todo el caudal de su frescura.

domingo, 27 de diciembre de 2020

La poesía de Horacio De Stefano: "Sin rastro"



Daría la piel, el juicio, el verso, el dolor… daría al sabor por una fruta con sabor…
si al menos supiera el precio de la muerte
daría la vida por eso que vale más que la muerte,
si vos supieras…

no quedan largas fronteras, ni cortas, después de un beso,
sólo la extensión inanimada del polvo que nos define salvajes, como humanos,
sólo las manos unidas… si vos supieras…

con una chispa renace la materia,
la revolución que ignora males peores… la materia viva… vos,
el fuego de mi rebelión sencilla de dos voces, la canción serena,
América sencilla, flor del campo, luna de obra, puma andando por el monte… 

allí mi esencia…

y si pudiera pedir un sueño, pediría que entendieras el aullido de los vientos, 

el hambre de los caminos,
el amor del caminante que suspira a contraviento y tuerce el cuello velao como lechuza
pa’ mirar por dónde viene… por dónde viene la muerte…

jueves, 9 de mayo de 2019

Tu nombre (Poema de Horacio De Stefano)...


no sé ayer,
no sé…
quizá mañana nadie sepa quién sos
y hasta hoy mismo tal vez seas una fragancia distinta por el barrio,
distinta y desconocida…
pero hoy te huelo,
pero siempre supe que mañana nadie más que vos sabrá de mí,
ni el empedrado de mi calle vieja que duerme bajo el asfalto,
ni la bendita confesión de un sueño más arraigado que mi propia muerte
y aún más hondo su beso de sabor a sangre y…
no sé… tu boca llevará, mordiéndome en tu instinto, una palabra
que no explicará jamás cuánta belleza pude rozar al tocarte,
ni el color de las almendras,
ni el gusto del vino que se hizo trago en tu boca,
ni el silencio de las vías que llevan al sur sin rostros y me dieron el silencio,
ni este extraño especiero de suspiros atragantando las bocas de tormenta
de la ciudad que es abismo y madrugada…
nada explicará el secreto de la vida,
ni la simplicidad del tiempo entre las manos,
ni la pureza de una lágrima o de tu cuerpo mojado,
ni mi muerte,
pero siempre habrá un instante reconociendo al destino,
y "nadie sabrá quién sos", "ni para quién fue estos versos",
nadie más que vos y yo,
quizá nada más importa o quizá esté enloqueciendo…

…en una esquina me quedo respirando,
vivo por lo que crece en las manos
y por lo que hemos perdido…


sábado, 20 de octubre de 2018

Los Libres por Horacio De Stefano




















El día 8 de julio del 2015 me llegó a casa desde Buenos Aires, Argentina, un libro que tiene mucho de sagrado por el sentimiento que su existir implica. La novela, tiene ese olor de las almendras amargas que, según García Márquez, le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.

Los Libres nos adentra en la historia de dos hermanas, gemelas, dualidad en estado de latencia… donde, a los ojos del mismo hombre, una de ellas sobresale en belleza. Lara y Laura… la primera, paloma libre de andar por los caminos del viento, flor de rara hermosura que lleva en su piel la marca de un dolor inclemente traído del pasado, batalla en el combate siempre guerreado del amor, digna en su demencia, capaz de hacer temblar al mundo con el taconeo divino de sus pasos; la segunda, pajarito tras los barrotes de la jaula que dice ser la vida, con las alas temblorosas al menor soplo de una brisa de invierno, incapaz de sostener el traqueteo del tren del amor que le cruza por las vías infinitas del pecho. Lara apuesta por vivir y al vivir es capaz de vislumbrar y de tener todo lo que la vida está dispuesta a darle. Laura, en cambio, no pierde nada de lo que creó… lo que pierde es lo más terrible que puede sucederse en los senderos fracasados: lo que no se conquista.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Cuando mi sombra fue al río (poema)



(…) y desde el fondo de los ojos alguien me mira,
es un pasaje entre el presente y la distancia, adentro mío,
rezo o señal de un mundo en que creerme humano, vivo,
canto que suena del lado sereno del silencio, en la muerte mágica del día,
en un lupanar de sueños que me fondearon los ojos
mirando… mirándote…
                                                      y la lluvia,
y la luna esclava de una oscuridad que sangra urgente por mis labios
(como la sombra de un árbol se sangra junto al río y canta y se va en las aguas),
y nada me reemplaza espejos, ni me palpita más hondo que tu canto,
ni me destiñe la herencia de la carne como un lampazo seguro de tu sombra…
…allá será acá,
acá es un mundo tan extraño que no puedo detener y se hace allá, en tus manos,
retumba el grito de cien, de cien mil gargantas que deletrearon de norte a sur la huella
heridas en el kultrun e hilando hondo el secreto de ser tierra,
deshilándose dulzura entre los pliegues del paño que te desnuda…
 y la lluvia abriendo venas como acequias,
le dan nuevos ríos al instinto de haber nacido de cara al tiempo,
mirando… mirándonos…

martes, 6 de junio de 2017

Vidalero...



cuando dios te queda lejos y el miedo montó un caballo más rápido que tus ojos,
no es de hombre gritarle al viento un odio largo…
lo voy mascando en silencio,
canto bajo pa’ sentirme y que nadie más lo sepa;
por otro lado, el camino me enseña que uno anda odiando su misma prole de infiernos,
y, de amigo canta bajito nomás, pa’ que yo lo sepa y nadie más pueda oírlo…

salta a veces a mis manos un grillo flacucho, de esos que ni pa’ lágrima canta,
y yo me quedo mirando la belleza de ese mundo que otros sospechan barato…
rápido no me he de ir, eso lo juro, mi niña,
si por más irme es que vengo de donde nada termina,
una cruz sobre la frente que se le llama memoria,
un poema en la garganta pa’ no resignar ternura
y una vidala viajera,
que no se va, que me salta a veces, flacucha, fea, en las manos…

y es por vos que se me arrima a domesticar el alma,
mintiéndome chiquitito que los huesos no son leña pa’ quemarse lentamente,
que el corazón no patea, que trae dulzura la caña tragada como agua buena…
la verdad no me molesta, pero me gusta pasarla por el vidrio de tus ojos
y ver qué secretos cuenta, qué airecito le da a un grillo, qué razones me entrevera…

si yendo por esas sendas donde el amor se perfuma
la carroña me rodea con ganas de machacarme los dedos pa’ hacerlos tumba,
pero allá lejos, mis miedos, a caballo lanzan gritos,
no de odio, no de miedo… de sencillitos nomás cantan vidala…

“pues pa’ besar es que guardo tus lágrimas en mi boca,
como un rosario de piedras y florcitas araucanas,
que algún duende vidalero le menudeó a la llovizna
y las floreció en tus párpados, mi niña”…

…así me ronda la copla que me dejó un grillo viejo,
y es por vos que se me arrima a mimosearme en los labios
que se hermosearon primero en tu sonrisa,
viajando largo…


Horacio De Stefano

lunes, 22 de mayo de 2017

Poema...



…y cuando no sepa el rastro, habré ido demasiado lejos,
quizá no haya forma de quedar rondando entre las viejas palabras,
quizá un poema no haya sido suficiente, ni cien, ni todos,
como no lo tuvo Pablo, como no lo dijo Julio, como Jorge Luis calló en los ojos…

…y el sol que muerde los párpados,
y la luna que los carcome despacio con su cera aguardentosa…

callo también en mi sombra, amanecido sin juicio y sin ventana
en la emoción astillada de la historia que nunca quiso el latido del suicida
y se hundió el puñal al fondo de la carne, pa’ que no la rompa el frío,
pa’ irse en sangre caliente y terminar la batalla…
si cuando muere el guerrero acaba el filo de su hambre,
si cuando muere la hambruna ya no hay vida, ni ganas, ni sueños,
prefiero la chuza fiera cuando todavía existo,
antes que dejarme roña en los basurales viejos y abichados de la suerte
que con más roña me propuso arriar banderas, escupir pájaros al viento, andar sin luna…

…callo en los ojos, callo en las manos… el silencio no es olvido,
sólo es guardar el recuerdo pa’ morir con lo mejor que te dije,
la única palabra digna de ser la vida y la muerte,
con su infinito misterio y su infierno de silencio… esa palabra callada,
que no se puede gritar, que no merece explicarse, que manda sobre el tiempo
y anda sin un poema… 


Horacio De Stefano

viernes, 10 de marzo de 2017

La poesía de Horacio De Stefano...





Te cuento, querida amiga, que nada cambió tan pronto como sugiere el recuerdo,
sólo es que el recuerdo viene a besarnos los ojos sin disculpas, sin razones,
viene y nos trae el sentido de esas noches suspendidas en el tiempo
que hacen un ayer inmenso en un parpadeo apenas, y vuelven a desnudarnos
ante un par de buenas muertes y algunas más, no tan claras, ni tan ciertas…
sin embargo estamos vivos, compañera, amiga, estamos como otros recuerdos, vivos,
enredando las palabras de otros días que quieren decirnos cosas y…
…todavía me pregunto si te conocí llorando o te lloré en la ignorancia de saberte,
tus ojos son ese mapa que siempre sigo leyendo endemoniándome en signos del destino,
algún pájaro que cambia sur a norte, alguna rama que me hace pensar en que dobla el viento,
alguna sombra que vibra como lagrimeada atrás por la insistencia de seguir buscando…
no me orientan las estrellas, todas brillan allá, lejos,
sólo me asomo a la noche para mirar si me queda un camino hasta tus ojos, y…
…todavía me pregunto si conociste algo mínimo de mí… por qué estoy vivo,
por qué lo creo…
y no sé, ni sé, mi cumpa, creo que no lo sabías, creo que me imaginaste en tu desvelo
y en mi desvelo insertaste tu esperanza, distinta a la mía, que se quedó en el silencio,
y yo besando la tierra porque no entiendo otra cosa que la tierra,
y vos amando una imagen que no es tierra, ni entenderse, y ni siquiera es un polvo ensordecido…
nada…
te cuento, querida amiga, que no cambiaron las cosas,
yo sigo sin conocerte y vos queriendo inventarme,
pero vos y yo sabemos cuánto duele haber perdido el camino…