lunes, 11 de febrero de 2019

LUIS CORTÉS COLLAZO: “Me atrae lo fantástico y lo que se hermana con el movimiento surrealista, el mundo interno de la mente”.


Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Letraweb se traslada hasta Puerto Rico para realizar la primera entrevista de este 2019. He de decir, que, en julio del 2015 recibí en casa dos libros que conservo con mucho cariño de la autoría de este estimado amigo. Para los que gusten leer las impresiones que al recibirlos me causaron pueden consultar la sección: “Regalos”, donde atesoro las obras de todos aquellos que me han enviado, con un sincero afecto, sus trabajos.

Para los que no lo conocen, hablo del artista plástico y escritor puertorriqueño: Luis Cortés Collazo. 


Sobre él podemos decir que nació el 21 de enero de 1949 en Utuado, Puerto Rico. Fue el Fundador y Primer Presidente de la Asociación de Artistas Plásticos del Centro de Puerto Rico (APC). Realizó un Bachillerato en Bellas Artes, (Pintura), se graduó en la Universidad de Puerto Rico y realizó en 1983 una Maestría en Ciencias de la Información y Bibliotecología. Estudios graduados en comunicación, Rutgers University en New Jersey, 1993-94. Fue Maestro de Arte en el Colegio San José, Río Piedras en el período 1972-1981 y Bibliotecario (UPR en Utuado, 1981-2012). Entre sus libros publicados se encuentran: Personajes Populares de Utuado, y los poemarios: Soliloquio de Amor, Adorado Insomnio, Tiempo y Destiempo y la obra breve: La Hormiga y sus Argumentos. Varios de sus cuentos se han publicado en revistas académicas, Revista del Instituto de Cultura y periódicos.

En el 2004 obtuvo el Primer Premio en Cuento del Ateneo Puertorriqueño. Actualmente está retirado y dedicado enteramente a la pintura.

Le damos la Bienvenida en Letraweb y espero que los lectores del blog disfruten de esta entrevista.


JK: Para empezar esta entrevista quisiera preguntarte: ¿qué de especial te trae a la memoria el municipio de Utuado?

Luis:  Aunque se pudiera incluir aquí múltiples cosas para recordar o traer a la memoria, entre tantas, me parece que la hospitalidad como característica de los utuadeños que siempre ha permanecido, y su característica rural de tradiciones, pueblo entre montañas como así significa su nombre indígena (Otoao) nombre que lamentablemente fue españolizado.


JK: El Centro Ceremonial Indígena de Caguana es uno de los legados taínos de mayor importancia que hoy perduran en Puerto Rico. Destaca además como el yacimiento arqueológico más importante del país y uno de los más grandes del área antillana. ¿Han influido de alguna forma estas raíces ancestrales en el desarrollo de tu obra artística? 

L.:  Vivo en el mismo barrio a pocos minutos de este parque, lugar turístico muy visitado. A pesar de la tendencia de pueblo del centro y que innegablemente la tradición impone una carga fuerte hacia el indigenismo, no creo que mi obra tenga esta influencia. La influencia se hace sentir, como suele suceder en otros pueblos latinoamericanos, en el aspecto artesanal. Sin embargo, debo admitir que en una serie de pinturas en las que incluyo elementos escultóricos totémicos (Serie de los Tótems) creo, de una manera u otra evocar algo de lo indígena. Entiendo que por mi formación académica o universitaria la tendencia dirigía (y aún dirige) a fijarse en los modelos clásicos del arte, ya sean europeos o norteamericanos. Indudablemente la educación posibilita otras vías y otros modelos a seguir o que sirven de otros estímulos. 

JK: Eres un escritor que has cultivado en tu quehacer literario géneros como el narrativo y el lírico, pero además eres pintor. ¿Con cuál de estas profesiones te sientes más identificado y por qué?

L.:  Definitivamente soy pintor, o artista plástico; lo otro lo considero en otro plano (por no decir secundario o terciario) y por esta misma razón abordé los cuentos y poemas tardíamente. En realidad, el término “profesional” puede ser ambiguo, ya sea refiriéndose a la calidad con que uno ejecuta la obra o ya que se vive o se sostiene económicamente de esto. Sabemos que son muy pocos los artistas plásticos que “viven” o se sostienen económicamente del arte, aún algunos de fama, por consiguiente, hay que dedicarse a otras labores relacionadas al arte o no tan relacionadas. En mi caso, he laborado como maestro de arte y como bibliotecario. 

 JK: En tus obras destaca el ser en trance de indagación espiritual, en una búsqueda incesante frente a la magnitud de la existencia que lo convoca y de la que depende su necesidad de sobrevida. ¿De qué cantera se nutre la inspiración que sirve como tema a tu comunicación artística?

L.:  Esta pregunta resulta para mí de alta complejidad porque realmente toca precisamente lo que todo artista, creo, pretende realizar. Tal vez estoy generalizando porque de inicio hay en la pregunta unos elementos específicos que a lo mejor has visto o se desprenden de mi obra. Adelanto que tanto a través de la pintura como así también a través de lo literario, lo planteado es lo que persigo o pretendo. Quiero adelantar que en mi obra plástica y literaria (confieso que ambas muy modestas), no establecen conclusiones, sino búsquedas y como esto último hay que observarlas. Si hay que precisar, entiendo que mis trabajos se dan en un plano del interior, de lo íntimo, de resguardo, y que lo comparto ya sea en el aspecto plástico o literario, por la necesidad natural y hasta cierto punto, por la obligación de todo artista de sacar hacia afuera lo que elabora adentro.

JK: Cada movimiento o estilo artístico expresa el arte con ciertos atributos similares durante una etapa de tiempo, siendo un fenómeno de expresión que manifiesta las características propias de la época en el que surge. ¿Dentro de qué estilo o movimiento artístico está incluida tu obra pictórica? 

L.:  Para contestarte tengo que remontarme a los años de mi formación académica o universitaria. Esto se da hacia los años del último cuarto del siglo XX y que coincide también con mi primera experiencia como educador. Época en que convergían estilos, modismos y tendencias dispares, si se prefiere, y que por tanto estuvo avalado por esas mismas consecuencias por lo que se llamó conceptualismo o arte conceptual. En Puerto Rico las tendencias artísticas han llegado un tanto tardías, por coletazo o impuestas por las grandes urbes de mayor dinamismo artístico. Me parece a mí que, por mi propio espíritu de dudas, temores, ambigüedades, incertidumbres, a la larga vine a reflejar precisamente lo que intuitivamente rechazaba. Caracterizo mi obra como ecléctica, fragmentaria y de muchos brincos. Y también de lapsos largos de inactividad, síntomas todos estos de la postmodernidad. Es mi parecer, y esto lo he comentado en otros foros, que todavía no hay una definición clara de lo que será el estilo o movimiento del siglo XXI, terminando ya la segunda década. Creo que hay una especie de reciclaje de movimientos y estilos pasados que quedan “lavados” por la influencia de la computación o el digitalismo. Por lo tanto, y entre ellos, el conceptualismo (bautizado con otros nombres) aparentemente tiene vigencia actual.

JK: Un emperador chino le pidió un día al pintor de su corte que borrara la cascada que había pintado al fresco en la pared del palacio porque el ruido del agua no lo dejaba dormir. A raíz de esta anécdota algunos filósofos han planteado que el agua que molesta al chino puede sosegar a un toscano. Dado este paralelismo visual, te pregunto: ¿Cómo crees que la realidad de una imagen pictórica que funciona como mediación efectiva se asuma en un estado contemplativo entre culturas distintas? ¿Qué códigos visuales crees que son necesarios para descifrar aquello que se observa en una pintura?

L.:  Creo que para esto no hay fórmulas mágicas. Para mí cada obra de arte trabaja de una forma particular en la psiquis de cada individuo, de cada persona, de igual manera por la dinámica cultural de un país o de otro. De aquí la gran diversidad y los enfoques artísticos y por consiguiente las preferencias y gustos individuales. La educación es un elemento esencial para afinar la capacidad del ser humano hacia la observación, de la observación al análisis, del análisis a la evaluación, de la evaluación… a la emoción de estar al frente a una obra de arte que conmueve, a unos más que a otros.

JK: Régis Debray plantea que la contemplación de algunas obras de arte no libera del drama de la voluntad, como quería Schopenhauer, porque los efectos de las mismas son a menudo dramáticos. ¿Crees que tu obra pictórica, en este caso específico, pueda provocar por su naturaleza algo más que una simple percepción? ¿O crees que tenga un aura que pueda cambiar con el tiempo la creencia visual de quienes la observan?

L.: A mí me parece que sí. He tenido la experiencia de ver cómo algunas personas quedan admiradas (por no decir arrobadas o perplejas) delante de una de mis obras, o como dije antes, se conmueven con ciertas lágrimas en la cercanía o elucubran una historia alrededor de lo que ven que a mí también me maravilla porque entiendo que lo que pretendo no es lo que ellos necesariamente ven o deberían ver. En una de mis aperturas de exposiciones un profesor compañero de trabajo se inventó que yo estaba enviando mensajes subliminales en mi obra, de manera que yo por dentro me decía: de dónde saca éste ese asunto porque que yo sepa no he pretendido enviar ningún mensaje subliminal…. Ahora, pregunto ¿una obra que pudiera tener la característica de tildarse de buena, de inicio, no tiene elementos “subliminales”? Para mí, que sí.

JK: De todos tus libros, ¿cuál es el preferido y por qué?

L.: No soy muy apegado a lo que publico. De hecho, siempre tengo la rara sensación de que algunas cosas que he escrito y que he publicado las pude haber escrito de otra forma y a lo mejor no publicarlas. Esto induce a una especie de despegue de la obra post-publicación. Pero creo que el relato largo (o novela corta, si se prefiere) La hormiga y los argumentos es una obra que mientras escribía me sentía cómodo y al parecer recreaba las imágenes como si yo fuese parte, estuviese dentro de la obra. Con cierto recelo de no caer por el mismo tema en el panfletismo, por el mensaje que pudiera parecer para el lector como el primario –la controversia –el tirijala, como decimos en Puerto Rico-- de la enseñanza de sexología en las escuelas públicas del país-- preferiría pensar que es más bien el juego temporal con sus brincos hacia el frente y hacia atrás y polarizando igualmente lo espacial, los ángulos de visión o posición, digamos de la hormiga hacia arriba y la visión del escritor o el lector de tope como si se estuviese dibujando un mapa, es lo que importa en esta obra. Se notará entonces la relación entre lo plástico y lo literario.

JK: De tus obras pictóricas, ¿cuál ha sido la más apreciada en tu trayectoria como pintor?

L.: Quiero entender la dirección de la pregunta. Si es apreciada por los de afuera, es decir, por el espectador, creo que los que han adquirido algunas de mis obras definitivamente envían mediante la adquisición un mensaje de aprecio hacia la obra y por extensión, hacia el artista. En términos crítico no he sido muy vapuleado y tal vez he sido sobreestimado. Ambas cosas o me aterran o me tienen sin cuidado (notarás entonces mi ambivalencia). Por mi parte, si la pregunta va hacia mi aprecio a mi propio trabajo de arte puedo decir que gozo más en el proceso de hacer que en el proceso de exponer, por lo tanto, no tengo mayores predilecciones por una obra u otra. Sí estoy consciente que hay obras que retan al espectador más que otras.  Pienso, además, que algunas, como es natural, son más acertadas que otras.

JK: ¿Qué autores han influido en tu obra literaria?

L.: He aquí otra en que la certeza se hace difícil y un poco incómodo establecer influencias. De nuevo, por la misma razón académica que pudo tener su peso en mi desarrollo de la plástica, tiene también su peso en lo literario por la gran variedad de autores con los que uno se confronta en los estudios universitarios o los que uno lógicamente descubre más tarde. Podría decir que Kafka; Borges, Cortázar y así varios del “boom” latinoamericano; Hemingway, Poe; este último aportando la parte lúgubre y oscura que prefiero llamar gótica dentro de lo que corresponda en lo que escribo. Y si hay algún pesimismo en algunas cosas que escribo, estoy pensando tal vez en Salinger. Por los autores mencionados se podrá ver que me atrae lo fantástico y lo que se hermana con el movimiento surrealista, el mundo interno de la mente. Pienso que los que he mencionado son de admiración para mí; si en mi obra hay influencia de alguno con mayor fuerza, o de otro que no haya mencionado, esto queda para el discernimiento o investigación de los interesados. Se da el fenómeno de que muchas veces uno como autor no cae en cuenta o no puede establecer ni piensa en las influencias, pero sí, como se habrá notado, se puede señalar las preferencias.

JK: ¿Qué pintores han influido en la creación de tus cuadros?

L.:  Básicamente pasa igual que los autores literarios: son referentes. Creo que he tomado, me he sentido atraído por infinidad, a tal punto que se me hace difícil seleccionar algunos. Si de influencia se trata me parece que la obra matérica de Antoni Tápies, el pintor catalán, ha influido en mis trabajos. Siempre me ha fascinado la fuerza textural de su obra. La utilización de objetos en mis cuadros (no tan fuertes como los de Tápies), pero sí el acercamiento textural en la obra plástica, y esto a veces sí a veces no, es decir, no hay una constante. En una de mis etapas como pintor, reiterando que me considero ecléctico, debido a la fragmentación de la superficie algunos me tildaron de “cubista” lo cual, de ser así, hay una influencia picassiana que a toda costa he tratado de eludir. Por el eclecticismo mencionado creo haberme fijado en muchos artistas.

JK: Durante todos estos años, ¿qué crees haber ganado? ¿qué crees haber perdido?

L.: No he podido establecer ni por aproximación ese balance. Las pérdidas y ganancias se pueden adjudicar a muchas cosas. Me parece que he ganado mucho en el plano espiritual (soy cristiano católico practicante) que para mí tiene gran valor y esto como bien has formulado arriba, se refleja indudablemente en lo que hago en términos plásticos o literarios.

JK: Si tuvieras que definir un sueño, ¿qué nombre le pondrías?

L.:  A los sueños se hace difícil ponerles nombres (nunca se me había ocurrido esto). Si hablamos en términos oníricos la realidad y verdad de los sueños es vivirlos y sufrirlos mientras se sueñan. Si hablamos de proyecciones futuras o utopías, mi sueño sería que hubiese una mayor comprensión entre todos los seres humanos, un mundo de mejor convivencia, sin barreras geográficas en donde pudiéramos llamarnos ciudadanos del mundo. Ya ves, como marchan las cosas en el mundo actual… una utopía.

Muchísimas gracias a Luis por dedicarme parte de su tiempo en la realización de esta entrevista.

Los que gusten leer sus Reflexiones: Vestigios y Dualidades, pinchen sobre la portada para su descarga:

https://drive.google.com/open?id=1DVlL_p54YOvIMoK07oNfVJXgwyJcUbD9



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