domingo, 7 de abril de 2019

EMILIO L. HERRERA VILLA: “La literatura es un dios antiguo y poderoso que, a cambio de su favor, reclama para sí el mayor de los sacrificios: tu vida”.


Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera   
    
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Hoy tengo el gran placer de invitar en Letraweb para la segunda entrevista de este 2019, a un escritor que tuve la satisfacción de conocer siendo apenas un niño. Hoy, después de transcurridos casi veinte años, me enorgullece verlo convertido en todo un profesional de las letras y, aunque su carrera literaria apenas comienza, le auguro, desde ya, un futuro muy prometedor en este ámbito. Lo anteriormente dicho pueden comprobarlo por ustedes mismos leyendo su novela: El sigilo de las raíces: La puerta del torbellino, que pueden adquirir al final de esta entrevista. Obra altamente recomendable que no defraudará a sus lectores, especialmente a los amantes de ficción histórica y aventuras.  

Para los que aún no lo conocen hablo de Emilio L. Herrera Villa. Sobre él podemos decir que nació en La Habana en 1989. Es Investigador y escritor. Licenciado en Periodismo por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Ganador del Concurso Ramal de prensa escrita “Ricardo Sáenz” de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en 2014. Su opera prima, Tras el rastro del silencio, resultó un éxito de ventas en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2019. El sigilo de las raíces: La puerta al torbellino es su primera novela de aventuras y ficción histórica.

Le damos la Bienvenida en Letraweb y espero que esta entrevista sea de gran interés para nuestros lectores.



JK: Emilio, a pesar de tu juventud cuentas ya con un premio de prensa escrita y un libro que resultó ser un éxito de ventas en la Feria Internacional del Libro de La Habana de este año. Cuéntanos cuál fue el germen que despertó tu pasión por la escritura y que te llevaría a tu posterior inclinación literaria.


Desde niño tuve gran inclinación por aprender cosas. Sentía esa necesidad de superación constante no para para exteriorizarlo, más bien soy un tipo introvertido, pero sí para entender cómo funciona el mundo. La curiosidad por interpretar conflictos, hechos históricos, actitudes de personas, etc. despertó en mí un sentimiento que me acompañará por el resto de mi vida. Esa inquietud, ese deseo de incrementar mis conocimientos fue la razón por la que me acerqué a los libros. Las primeras obras que leí fueron viejos mamotretos de historia sobre las guerras de independencia de Cuba. Tal vez por eso siempre regreso a ese tema. 

En duodécimo grado sabía que quería una carrera de humanidades, aunque no me gustaba ninguna en particular. Deseaba escribir, plasmar las historias que construía en mi mente. No soy ese tipo de autor que empezó desde muy chico. De hecho comencé a leer con seriedad en la facultad. Obtuve periodismo porque pensé que la carrera me iba a ilustrar cómo escribir. Me tomó poco tiempo comprender que nadie podía enseñarme este oficio. Tenía que aprenderlo por sí solo.

JK: Tu obra El sigilo de las raíces: La puerta del torbellino, es tu primera novela de aventuras y ficción histórica. ¿Cuándo surge la idea de la misma y cuánto tiempo te tomó escribirla?

No recuerdo del todo cómo obtuve la información de que los nazis realizaron una expedición a la Antártida en 1938 y reclamaron para su Tercer Reich seiscientos mil kilómetros cuadrados de territorio. Ese preciso momento se me pierde en la memoria, pero sí repaso que fue en primer año de la carrera de periodismo, justo cuando tenía 19 años. Supe que sobre ese tema giraría mi primera novela y que sería una saga. Durante mi último año de servicio social me propuse prepararme para el reto que significaba escribir una novela sin saber cómo hacerlo. En total necesité dos años de investigación y nueve meses de escritura. En esa última etapa, para poder centrarme solo en el proceso creativo renuncié a mi trabajo de periodista. Prácticamente me encerré en una habitación a escribir. Claro que conté con el apoyo de mi esposa y familia. De otra forma no hubiese salido. El punto final de la novela lo coloqué diez años después de ocurrírseme la idea. 

JK: Tengo entendido que nunca has participado en cursos, talleres o clases de escritura y narrativa, sin embargo, la novela antes mencionada es una obra muy bien lograda. Partiendo de lo dicho, te pregunto: ¿De qué cantera se ha nutrido la inspiración que te ha llevado a tu comunicación novelística? ¿Cuáles son las bases sobre las que se asienta tu formación literaria?

Cada quién tiene su propio librito respecto a cuál sería la preparación óptima. Yo soy un autodidacta confeso. Dedico muchas horas a mi preparación, una que rehúye los cursos y talleres creativos así como ambientes que requieran un cierto “pedigrí intelectual”.  En mi opinión la mejor manera de formarse es leyendo y escribiendo en una habitación solitaria y de frente al más apto de los maestros: los libros. A trabajar se aprende trabajando. Uno se enseña a sí mismo a partir de sus tropiezos, de los errores cometidos. Aprende y desaprende de los grandes. No los imita, los estudia y los adapta a sus capacidades reales, no imaginarias. Creo fervientemente que cada aspirante a escritor debe ser sincero consigo mismo y saber los puntos fuertes y débiles de su narrativa. Lograr un equilibrio entre lo comercial y lo literario, entre la “técnica” y la mejor forma de transmitirla, así como concientizar que entretener y divertir también son parte indisoluble de la literatura, de su proceso de producción y posterior deleite. No existe una única fórmula para cultivar la narrativa. Los métodos son tan disímiles como las personas que los practican. Yo utilizo la que más se adecua a mis particularidades.
A mi consideración, un buen escritor necesita solo tres cosas: Imaginación, madurez y trabajo. A veces son innatas, a veces hay que sacrificarse por lograr tan solo una de ellas. Pero, si obtienes al menos dos puedes pensar en un futuro en la literatura. Claro, si la suerte también acompaña. En mi caso trato de sacar la mejor versión de mí de acuerdo al momento que me encuentro. Estoy orgulloso de mi primer libro, que terminé a mis 23 años, así como lo estoy de esta, mi primera novela escrita a mis 28. Son dos etapas diferentes, con sus características y peculiaridades, pero en ambos casos entregué lo mejor que pude dar. Espero seguir superándome.

Ahora, para alcanzar una formación literaria, que no tenía, ideé un plan de entrenamiento de dos años, donde seleccioné unas 120 novelas de diversos géneros y temáticas, leyendo una media de 100 páginas diarias. Así pude analizar sobre cómo funcionaban aspectos generales de la novela: argumento, trama, estructura, personajes, estilo, punto de vista, ritmo, etc. También descubrí muchos autores de excelencia que desconocía. Dígase Carlos Ruiz Zafón, Arturo Pérez-Reverte, Juan Gómez-Jurado, Javier Sierra, Éliette Abécassis y Philippe Cavalier por solo mencionar a unos pocos. La literatura es un dios antiguo y poderoso que, a cambio de su favor, reclama para sí el mayor de los sacrificios: tu vida.

JK: Planteas que, a tu entender, El sigilo de las raíces: La puerta del torbellino, no es más que un intenso signo de interrogación. ¿Podrías argumentar más al respecto?

Cuando me senté a escribir este libro llevaba nueve años de pura especulación sobre cuáles serían los caminos para lograr que esta obra entretuviera, emocionara, e hiciera pensar hasta su última línea.

Considero que esta novela no es más que un inmenso signo de interrogación que se va engrandeciendo a medida que avanzan los capítulos. Existen tramas centrales y subtramas que aparecen desde esta primera parte y encuentran solución en el segundo tomo. La perspectiva abordada en La puerta al torbellino resulta insólita, pues se abordan sucesos históricos que no tienen aparente relación entre sí, pero tributan una mezcla única a la trama central. La Operación Highjump (1946-47), en nombre del gobierno de los Estados Unidos, las actividades la mafia italodescendiente radicada en La Habana de 1952, la defensa y posterior caída de la ciudad alemana de Tréveris durante la Segunda Guerra Mundial, la expedición del mítico explorador Percy Fawcett y su búsqueda de «la ciudad perdida de Z», fueron algunos hechos reales replanteados para el beneficio de la trama. Así que el signo de interrogación no se ha cerrado aún. Acaso, ¿alguien sabe que misterios se encuentran detrás de esa enorme puerta de hierro que los nazis echaron abajo en el último capítulo? 

JK: Escribir una obra de tal envergadura desde Cuba es toda una proeza, dada la imposibilidad de personarse en el lugar de los hechos como hacen otros escritores y hacer un verdadero trabajo de campo. ¿Cómo suples en la novela aquellos detalles como accidentes geográficos, clima, estilos de vida, arquitectura, etc…?



Ese fue el reto de la obra. Escribir desde Cuba sin haber estado en ninguno de los lugares citados. Lograr que el lector sienta real el ambiente antártico y amazónico. Que su imaginación lo trasladase allí a través de mis párrafos y percibiera los pormenores del clima y la fauna de esos parajes sin ningún tipo de ruido o interferencia. Para conseguirlo me auxilié principalmente de una inmensa gama de documentales de Discovery Channel, BBC y National Geographic Channel centrados en estos lugares. En el caso de la ciudad alemana de Tréveris, su arquitectura, sus sitios icónicos, lo reproduje mediante la observación de fotografías. La descripción del cuarto mayombe, de la religión “palo monte”, también se realizó a partir del análisis de instantáneas. Nada que con mucha observación no se pudiera lograr.

JK: Para los lectores que te leerán de otras latitudes del orbe háblanos de la teoría de unos de los personajes protagónicos de la novela: Marcos Villarreal, sobre la traición de un notable héroe nacional al padre de la patria: Carlos Manuel de Céspedes. ¿Tiene una base real o es pura ficción?

En los estudios historiográficos todo lo que no sea demostrable mediante documentos históricos resulta irreal y especulativo. Es innegable que existió un complot fraguado por altos cargos del mambisado cubano para destituir y deslegitimizar la figura de nuestro padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes. Lo avalan libros, historiadores y documentos. Y, aunque cuestiones objetivas y subjetivas apunten a que a través de una delación se le comunicó a las fuerzas españolas el sitio exacto dónde se encontraba el héroe, como no existe documento probatorio todo queda en puras teorías que solo son válidas para obras de ficción. 

JK: ¿Podrías hablarnos sobre los seiscientos mil kilómetros cuadrados de tierra antártica que Hitler reivindicó para el Reich y que nombró Neuschwabenland (Nueva Sabia) en español?

A fines de 1938 parte del puerto de Hamburgo el barco expedicionario MS Schwabenland con el objetivo de reclamar para el Tercer Reich seiscientos mil kilómetros cuadrados de suelo antártico, de lo que hoy viene siendo la Tierra de la Reina Maud, perteneciente a Noruega. Estos territorios se le llamarían Nueva Suabia, en honor al ducado de Suabia, uno de los ducados raíz alemanes. Al mando de la expedición se envió al capitán Alfred Ritscher, miembro del Kriegsmarine [marina de guerra] y uno de los pocos exploradores árticos que existía en Alemania.

Esta expedición centró sus trabajos en explorar, fotografiar y cartografiar el lugar, luego retornó a Alemania. Relacionados a este tema aparecieron múltiples teorías conspirativas que permanecen hasta nuestros días.  Yo creé mi propia tesis de lo sucedido allí hasta 1945, pero es pura ficción. La trama de esta primera parte de la saga se basa en lo que los nazis dejaron en Nueva Suabia. Al parecer es un sistema de bases militares, pero en realidad es algo más grande e importante...

JK: Percy Fawcett fue un militar, arqueólogo y explorador británico que desapareció junto con su hijo Jack en circunstancias desconocidas en 1925 durante una exploración para encontrar la antigua ciudad perdida Z, en la selva inexplorada de Brasil. Su principal fuente escrita era un documento portugués del siglo XVIII, el Manuscrito 512. Según tu opinión, ¿crees que en verdad existió esta ciudad y que como creía Fawcett era remanente de una vieja civilización, la Atlántida, que conservaba vestigios de un pasado olvidado en momias, pergaminos y láminas de metal cinceladas? Bordeando el terreno de la especulación: ¿Qué crees que pudo sucederle a Fawcett?

Percy Fawcett fue uno de los más grandes exploradores de la primera mitad del siglo XIX. Sus expediciones y búsquedas de lugares míticos en las selvas sudamericanas le granjearon fama en la comunidad científica y arqueológica mundial. Sus hazañas sirvieron de inspiración para la creación del famoso personaje Indiana Jones y para que Arthur Conan Doyle utilizara sus aventuras en la elaboración de su memorable novela El mundo perdido.
Fawcett se inspiraba de sus estudios en los archivos históricos brasileños y en toda la comunicación que mantenía con las comunidades indígenas del Amazonas que visitaba. Al leer en la Biblioteca Nacional de Brasil el Manuscrito 512, un documento del siglo XVIII que narraba los viajes de un grupo de caza fortunas que se toparon con las ruinas de una antigua ciudad, quedó prendido con la idea de descubrir lo que llamaba “La ciudad perdida de Z”, que él creía que era “El Dorado”. Como se conoce murió buscándola en 1925. Lo acompañaba su hijo y el mejor amigo de este. Versiones de su fallecimiento: miles. Todas hipótesis. La selva amazónica es un lugar tan adverso para el ser humano que las posibilidades de supervivencia de una expedición en esa época eran mínimas. Cualquier cosa les pudo haber sucedido: tribus hostiles, fiebres, animales peligrosos, reptiles, plantas e insectos venenosos. Cualquiera de estos elementos pudo ocasionarles la muerte, lo cual otorga más rienda suelta a la imaginación. 

Sobre la existencia de la mítica ciudad tengo una respuesta negativa y otra positiva para los lectores. La negativa se centra en que dentro del Amazonas no existen importantes canteras de piedras, así que ciudades inmensas al estilo de los Mayas, Aztecas e Incas, no pudieron construirse. Sin embargo, estudios realizados a partir de 2017 con tecnología satelital, infrarrojos y drones, descubrieron cimientos de muchos lugares escondidos en esta jungla colosal que albergaron agrupaciones de miles de personas. Todavía expediciones científicas no han llegado a estos sitios, pero los pronósticos de encontrar antiguas comunidades avanzadas son muy favorables. Otro dato optimista que demuestra cierto nivel de desarrollo de estas culturas, y que desconocíamos, radica en la existencia de la “tierra negra”, que fertilizaban regiones consideradas poco propicias para la agricultura. Por las grandes cantidades encontradas, en teoría el Amazonas podía alimentar a millones de personas, algo que resultaba impensable décadas atrás. Pronto, habrá que reescribir muchos libros de historia. El capítulo siete de la novela “El sueño dorado” toca todos los temas antes expuestos.

JK: En tu novela haces alusión a una cuestión interesantísima y que ha llevado a los investigadores a plantearse muchas interrogantes. Me refiero al interés de las antiguas civilizaciones por la astronomía y medición del tiempo. Según algunos estudiosos sus monumentos, construcciones… coinciden de forma casi milimétrica con constelaciones del firmamento, como ejemplo de ello podríamos citar a las pirámides de Egipto. ¿Qué crees de estos supuestos observatorios astronómicos?

Primero, debo confesar que el pasaje donde los protagonistas descubren las estructuras de piedra que representan la constelación de la Osa Mayor en la tierra es pura ficción. Apareció de improvisto mientras escribía y le encontré tanta sustancia para la trama que seguí escribiendo hasta ver que salía. Al final lo dejé porque enganchaba como puzzle.

Es un misterio que se repita en tantos lugares o culturas lejanas en tiempo y espacio ese marcado interés por medir el tiempo y estudiar las estrellas, en muchos casos las mismas estrellas. Sobre eso pudiéramos escribir otra novela, como se ha hecho ya. El mito de la creación (griegos, mayas, incas, yorubas), el diluvio (hebreos, cristianos, babilonios, hindús, sumerios), los dioses que mueren y vuelven a la vida (Odín, Jesús, Osiris), estructuras en forma piramidal (egipcios, aztecas, mayas, caral). Los paralelismos resultan sorprendentes. Lo mismo ocurre con el estudio y la observación de los cielos: egipcios, mayas, incas, chinos, babilonios se especializaron y obsesionaron con este tema dándole una connotación religiosa. Hay mucho que hablar, mucho que especular sobre estos temas astronómicos y sobre las teorías de los alienígenas ancestrales que en los últimos años han ganado adeptos. Tal vez todo no sea tan casual.

JK: Tengo entendido que durante el proceso de escritura de la novela renunciaste a tu trabajo como periodista para dedicarte en cuerpo y alma a la misma. Ahora que El sigilo de las raíces: La puerta del torbellino, es un hijo logrado, fruto de un gran sacrificio. ¿Cuáles son los planes de Emilio Herrera para este 2019? ¿Tienes algún nuevo libro en proyecto?

El principal propósito para este año radica en darle promoción a mi novela. Que llegue a más público, que las personas dejen sus comentarios y que alguna editorial se interese por la publicación en tapa dura. Tengo en proyecto tres novelas más. Primero, terminar la segunda parte y final del Sigilo de las raíces, después otra relacionada con nazis y la segunda guerra mundial (creo que uno debe explotar al máximo los temas que domina y yo he estudiado mucho ese período histórico y el régimen nazi en específico) y luego algo que gire alrededor de nuestras guerras por la independencia, mi inevitable viaje a la semilla. Espero concluir todo en los próximos diez años. Es un desafío, pero, ¿qué es la vida sino un gran reto que tratamos de superar todos los días? Mientras haya papel y una idea, me esforzaré para que todo vaya bien.


JK: Ya para concluir, si tuvieras que definir un sueño: ¿qué nombre le pondrías?

El hombre invisible enfrenta al espejo.

Muchísimas gracias a Emilio L. Herrera Villa por dedicarme parte de su tiempo para la realización de esta entrevista.

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Una obra que recomiendo de todo corazón.

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