Mundo,
bajo los pies, tu pozo sirve completamente dado. Se hace el agua y, con
ella, el dardo del mañana clava su finitud. Las muy poco profundas,
podrían hacer de este pan nuestro el de la desgracia.
Ojalá
pudiera uno perderse, lograr clemencia por la pila de huesos que aún no
fue ofrendada, y perdurar siquiera intraducible sin provocar la ira de
algún dios.
Lejana criatura
con la intemperie a punto,
siempre presta a caer,
signada por el légamo de un sueño
crecido antes de abrirse.
Tu camino fue salvo de serpientes
a las que dar con el bastón,
no fuiste ciega a tu pesar,
y tuyo fue lo suspensivo
del labio dado en la distancia.
Quizás pensaste
que era la piedra del designio
fondeando la hondura de tus ojos,
algún disperso palpitar
de la vigilia que levanta…