miércoles, 15 de septiembre de 2021

No sé qué tengo (poema)...



Te llamo por tu nombre y digo siempre,
me vuelo hasta la orilla de tu boca
y el beso se me vuelve transparente.

No sé qué tengo.

Un vicio de mujer ilusionada
se incrusta como estrella entre mis sienes,
y en tus manos depongo aquellas armas
que me vencen un día de repente.

A veces, por la noche, entretenida,
me embosco sin querer en tu mirada,
y tus ojos se me hacen sed tan viva,
que los siento, amor, entre mis sábanas.

lunes, 13 de septiembre de 2021

NO TE DETENGAS

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,

sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

domingo, 12 de septiembre de 2021

AHORA ES CUBA


Y luego fue la sangre y la ceniza.

Después quedaron las palmeras solas.

Cuba, mi amor, te amarraron al potro,
te cortaron la cara,
te apartaron las piernas de oro pálido,
te rompieron el sexo de granada,
"te atravesaron con cuchillos,
te dividieron, te quemaron".

Por los valles de la dulzura
bajaron los exterminadores,
y en los altos mogotes la cimera
de tus hijos se perdió en la niebla,
"pero allí fueron alcanzados
uno a uno hasta morir",
despedazados en el tormento
sin su tierra tibia de flores
que huía bajo sus plantas.

Cuba, mi amor, qué escalofrío
te sacudió de espuma la espuma,
hasta que te hiciste pureza,
soledad, silencio, espesura,
y los huesitos de tus hijos
se disputaron los cangrejos.

POEMA XII DE PABLO NERUDA

Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

sábado, 11 de septiembre de 2021

La muerte de un viajante...



"... Y para la vida de un viajante, no existe un fondo sólido de roca. Un viajante no sabe apretar una tuerca, no habla de leyes ni prescribe una medicina. Es un hombre que sale ahí, al azul, con una sonrisa y los zapatos brillantes. 

Y cuando empiezan a no devolverle las sonrisas… hay un terremoto. Y entonces tienes un par de manchas en el sombrero, y estás acabado. Que nadie culpe a este hombre.

Un viajante está hecho para soñar, muchacho.
Viene con el territorio".



Arthur Miller

viernes, 10 de septiembre de 2021

Meriba




        Dicen que llegó con el circo, entre el fandango de trapecistas, malabaristas, animales amaestrados, funambulistas y payasos; pero yo sé que es mentira. Él nunca pudo ser parte de ese recinto desmontable que huele a riesgo, a frenética ingratitud y gesto elaborado. No, yo sé que el vino con la lluvia, entre el paso apurado del reflejo y la opacidad gris de la mañana. Ciertamente, visto desde afuera, enfundado en sus ropas de hombre, cualquiera podría confundirlo con un simple mortal que calza zapatos salpicados de barro. Pero él era un golpazo al deslustro de los días, una dentellada al germen solitario y hostil de la insatisfacción, una bocanada radiante con que absorber el mundo. Un receptor mediocre, quizá, al verlo templar las cuerdas de la risa, del equilibrio, la magia, podría alimentar su fantasía de ilegítima satisfacción y odioso entusiasmo; porque no le sería dado a entender que él era la risa, el equilibrio, la magia… una taracea de misterios que hacía arder el misterio, una suma de silencios que endemoniaba el silencio aflorando lo mediocre y común de su mutismo. Él era la contradicción a lo doméstico, a la férrea disciplina, a lo natural. No creía en la testarudez de la palabra, la husmeaba y olfateaba con recelo: “esa cáscara trivial que oculta el justo sentido de las cosas”. Por eso nunca tuvo nombre, al menos, ninguno que supiera mi boca. Ni falta que le hacía. Bastaba con nombrarlo: mío.