martes, 2 de febrero de 2021

Materia Extraña por Juan José Gómez Cárdenas.

Hoy quiero hablarles de una novela de Juan José Gómez Cárdenas, quien es un científico y novelista español que dirige en la actualidad, según información obtenida en la red,  el experimento NEXT en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc.

He de decir que leer esta obra me transportó en el recuerdo a los inicios de mi carrera como farmacéutica cuando trabajé como Analista Química en los Laboratorios MEDSOL, y despertó, en cierto modo, la parte científica adormecida en mí.

Pues bien, “Materia Extraña” desarrolla su trama en el CERN, que es el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear. Es el laboratorio más importante del mundo en esta disciplina científica. Se encuentra cerca de la ciudad de Ginebra, extendiéndose a lo largo de la frontera entre Francia y Suiza.

La novela plantea dos posturas radicalmente opuestas: la de los investigadores científicos que insisten en interrogar a la naturaleza para prestar una atención reverente a sus respuestas porque quieren saber de qué está hecho el universo, por qué brillan las estrellas, por qué estamos aquí, y los detractores de estos que se preguntan en qué afecta al hombre común la existencia o no del bosón de Higgs, las partículas supersimétricas y el plasma de quarks. Mientras que para los primeros la necesidad de saber ha impulsado a nuestra civilización, definiéndola, para los segundos algunos campos de la ciencia pueden ser hoy en día una caja de Pandora que al destaparse libera toda clase de cataclismos como los que pudiera ocasionar el LHC.

jueves, 14 de enero de 2021

Prólogo al Libro de Poemas: “Recuérdame” de Esteban D. Fernández

 

Por Horacio De Stefano

Buenos Aires, mayo del 2016


¿Cómo presentar un libro de poesía?... ¿cómo describir el vuelo de una mariposa o el yunque de un herrero?

¿Cómo presenciar el nacimiento de los frutos?: ¿desde las manos del labrador?, ¿desde la grieta de la tierra fértil?

¿Cómo presentar un libro de poesía?

Se habla de un autor, de su alma rebelde y a la vez dócil. Se habla de los versos, libres de ser, pájaros… el canto del alma, el rugido del amor en cada verso.

Seguramente ambos elementos, autor y obra, están mucho más ligados entre sí de lo que puedan especular o decir de ellos estas palabras.

No imagino ahora la importancia de un prólogo, pues sólo puedo dimensionar entre vislumbres el camino que se abre a partir de las páginas siguientes… quizá esto sea un simple acompañamiento que, imposiblemente, pueda dragar la profundidad de dicho camino, las páginas verdaderamente necesarias.

El amor del poeta… la piel de la poesía…

Fuego y lluvia, eso será cada poesía en su más noble decir.

Polvo y viento el poeta, sólo eso, nada más y tanto, en la colonia de sueños y realidades que lo atraviesan.

De poco y nada serviría intentar descifrar los laberintos que lleva la mariposa en su vuelo… y es que tampoco existe un servir en descifrarlos, debemos pues explorarlos con los sentidos. Y es el impresionante acto de quedarse uno inmóvil, inmovilizado y flotando, observando semejante belleza… una de las maravillas de nuestra naturaleza: el vuelo de la mariposa, el alma del poeta, el yunque del herrero.

Y él lo sabe, pájaro de alas de seda, porque eso mismo es su poesía, el espíritu sin fronteras que fascina al amador que lo observa y lo inmoviliza, con brisa en el cuerpo, flotando, mientras libera todo el caudal de su frescura.

jueves, 7 de enero de 2021

¿Cuánto amas la verdad?

 

¿Realmente amas la verdad o simplemente eres curioso? ¿La amas lo suficiente como para reconstruir tu entendimiento, para conformar una realidad que no encaje con tus creencias actuales, y no te haga sentir feliz en un 120%? ¿Amas la verdad lo suficiente como para continuar buscando incluso cuando duele, cuando revela aspectos de ti (o de la sociedad, o el universo) que son impactantes, complejos e inquietantes, o humillantes, gloriosos e increíbles, o incluso, cuando la verdad va más allá de la misma mente humana? ¿Entonces cuánto amamos la verdad? Yo creo que es una buena pregunta para formularnos”.

 

Scott Mandelker

“En busca de lo milagroso: Fragmentos de una enseñanza desconocida”

“Hay un cuento oriental que habla de un mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas. Pero al mismo tiempo este mago era muy avaro. Él no quería contratar pastores y no quería cercar los prados donde pastoreaban sus ovejas. Las ovejas por lo tanto se extraviaban en el bosque, se caían de los barrancos, y así sucesivamente, y sobre todo se fugaban, porque sabían que el mago quería su carne y su piel, y esto no les hacía gracia. Por fin, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a sus ovejas y les sugirió en primer lugar que eran inmortales y que no les causaría ningún daño el ser despellejadas, que, al contrario, esto era muy bueno para ellas e incluso agradable. En segundo lugar, el mago les sugirió que él era un buen pastor que amaba tanto a su rebaño que estaba dispuesto a hacer lo que fuese por ellas. Y, en tercer lugar, les sugirió que, si algo les sucedía, tal cosa no ocurriría entonces, en el mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse de ello. Después el mago les metió en la cabeza que de ninguna manera eran ovejas; a algunas les sugirió que eran leones, a otras que eran águilas, a otras que eran hombres, y a otras que eran magos.

 

Y después de esto todas sus molestias y preocupaciones sobre las ovejas tuvieron un final. Nunca más se escaparon, por el contrario, esperaban que el mago requiriera de su carne y piel.

Este cuento es una ilustración muy buena de la posición del hombre”.

 Ouspensky

martes, 5 de enero de 2021

Luis Eduardo Aute - Al Alba

LOS ADORADORES DEL DIABLO

Fue cuando el mar se recogió, perdiéndose más allá del horizonte, el día que terminaron sorbiéndose la sangre; sólo, que ya no había nada que sorber. Con la falsa resignación de un condenado a muerte, se habían ofrecido las venas unos a los otros. Pero se descubrieron huecos y, sin embargo, suspiraron de alguna extraña forma parecida al llanto; que, asimismo apuntaba en cierta medida al regocijo. Emiliano Roche fue el primero en partir. Santa lo siguió, como siempre, en silencio;  atrás fueron también: Labrada, Basulto y Carmenates. Taguasco, se uniría después. Antes, lo intentaron todo, pero la mole de agua en su estampida no dejó nada, ni siquiera un poco de cordura. Arañaron, escarbaron, gritaron y masticaron polvo; pero ni un brote tierno, dulce y húmedo acertaron.
 
Bien que lo había estado advirtiendo la Bendicera; incluso, antes de que huyeran de Blenchi. Pero, aquello, era otra época. Tiempos “de boca abajo”: de vaciar los bolsillos sin temor a la pérdida, de pies descalzos y perigallos, y hasta de lucir más años que los justos, pero con todo, años de juventud. La tierra, la propia tierra, apenas si podía vencer las hierbas duras. Más de una vez, agrietada y seca, se abrió bajo los pies y chupó violenta la savia de sus mejores árboles, ahuecándolos y escupiendo luego sus raíces. Blenchi, antes próspera y floreciente, parecía una ciudad con aires de posguerra. Los sueños de siempre quedaban atrás, burlados entre las callejas nutridas a diario de vagabundos expectantes en la penumbra, donde la miseria llegó a ser contagiosa y la lucha fuerte. Si bien cuando empezaron a escasear los muertos que enterraban en sus estómagos, llegaron, incluso, a disputarse la carroña; pronto, se sorprendieron mirándose a sí mismos. Ricos y pobres llegaron a ser todos iguales: los sin mañana y sin ayer. 

 Martha Jacqueline Iglesias Herrera