lunes, 6 de junio de 2016

Confesión...




Nací más de dos veces al ala de tu sombra.

Fui más de una mujer…
El tiempo me amparó bajo la bendición del reino azul que estalla
vidriando los caminos en espejos.
Me hundí en tus ojos, fluí por sus meandros libremente,
fui alma de ángel y carne del deseo y uña y garra y tiempo.

Fui más de una mujer hurgando la cara oculta de tu luna,
sabiéndote en los vértigos posibles de tu historia,
entretejiendo las tempestades en los sueños
para que la nostalgia no escape en las fisuras,
mordiendo la eternidad donde la marea arrastra la memoria
hacia el pecho insondable y ajeno a su reverso.

Para dejar de estar como si no estuviera.
Para vivir despojada de las pieles ajenas a este cuerpo,
cubierto con ropajes de otros nacimientos,
estampado en otras suertes ajenas a mí misma,
de otras –yo- coronando a la huésped solitaria que me habita.
 
Fui más de una mujer iluminando la sed inagotable de tus ojos,
y en todas me quisiste sin saberme, como si fuera única.


Martha Jacqueline 

viernes, 3 de junio de 2016

Atrapada...




Algo hago con las huellas.
Las empujo.
La aventura consiste en detenerse.
No puedes apresar mi imagen.
Existe como si fuera yo.
Ahí me tienes. Fluyendo para ti.
Atrapada entre tus redes.
Mitad alma. Mitad hembra.
Obligada a caer lenta por la música,
de tus ojos que apuntan a la tierra.

Dessiré

jueves, 2 de junio de 2016

Más allá del Edén...



Era mi vida aquel jardín… era mi vida.

Crecían rosas por doquier y en él,
el aire olía a inciensos recién prendidos.
Mi tiempo absorto se consumía
en el espacio que limitaban sus cuatro aristas.

Del Norte un viento
que trajo lluvias por varios días… lo destrozó,
y al ver sus restos, lloré sus pétalos:
uno por uno, de cada flor.

Volví a sembrar nuevas semillas…
aré la tierra,
quise salvarlo,
llagué mis manos en el intento
pero lo muerto queda enterrado.

Y aquel jardín, 
aquellas rosas que eran mi vida,
un algo ajeno… imprevisible,
logró arrancármelo.
Cada forma de aquello bello…
aquel aroma…
en mi memoria,
en mis sentidos quedó grabado,
y en mi nostalgia pintó mi mano
en finos lienzos aquel recuerdo para acercarlo.

Hoy mi jardín ha florecido.

El viento del Norte lo hizo ser
el preferido de muchos otros,
que como yo, al verlo huelen:
olor a inciensos recién prendidos,
en cada óleo.
Era mi vida aquel jardín…
y aún es mi vida,  ya en otra forma,
en otra vida.

Martha Jacqueline