LETRAWEB: Thaliad

Los poemas, de mi autoría, que leerás en este blog no sé si serán poesías para permanecer en tu memoria con el paso del tiempo y acompañarte en la distancia, sólo sé que están hechas con la piel de un gran recuerdo.

No sé si posean en su esencia lo ardiente del Caribe que me vio nacer, sólo sé que llevan en sí mismas el fuego de la pasión que corre por mi sangre.

Estas líneas son el canto de mi corazón que es un río fluyendo hacia un instante fugaz o verdadero, ojalá sigan los mismos cauces de ilusión… y lleguen al tuyo.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Sobre Letraweb...

Este es un espacio que no se dirige a nadie en particular y a la vez se destina a todos… porque así son las creaciones, vienen de muy lejos luego de haber escuchado esa voz originaria, antigua y sustancial destinada a la humanidad.

Letraweb es el nido, el pozo y manantial que se ha servido no sólo del barro vivo que llevan las aguas de la inspiración sino, es más bien como un encuentro, como algo que se revela ante nosotros y que, sin embargo, parece que ya conociéramos desde antes pues su esencia es aquello que hemos tenido o sentido en otras ocasiones.

Pero su belleza está ahí… a la espera de ser descubierta… y te pide un mínimo de atención. Y si sucede que de pronto puedes verla… quizás entonces te puedas sorprender, enamorar o apasionar hasta arrastrarte hasta esa orilla extrema, última de nosotros mismos.

Si conseguimos llegar a lo más íntimo de tu ser y quedar en un recuerdo que te haga volver sobre tus pasos… entonces habremos cumplido nuestro objetivo, dándonos por satisfechos.

Sin más preámbulos: “Sé Bienvenido”.

Por un hombre, por el hombre que amo… me duele la belleza eterna de esperar, me duele ser feliz cuando la tierra sucumbe en rayos y metrallas, en odios y aversiones, en calles oscurecidas por los ríos de sangre de pechos fatigados no concebidos en la gracia de la piedad indiferente del que duerme.

Sí, me duelen esos cuerpos hastiados de caer: despeñados, amputados, lanzados a una muerte que avanza con ímpetu de ciego, ojos sucios de rabia y puñales de leyes que asesinan el sueño de los justos.

Por un hombre, por el hombre que amo… asumo mi coraje, me declaro rebelde ante la iniquidad del mundo, comparto mi pan y cuido de la lumbre.

Quisiste darme una ciudad, la constancia del aire en ese atardecer pletórico en gorriones, la raíz del perfume que tiende el peregrino como un puente con vistas hacia el mar.

Sí, quisiste darme una ciudad con las puertas abiertas al vuelo de ese pájaro que habita en mis patios interiores, creciéndome de sombras en todo mediodía, con murallas que no hicieran temblar al que regresa sediento del amparo de ser libre.

Más era sencilla tu intención y en vez de una ciudad me diste un sueño…

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