jueves, 22 de septiembre de 2016

Cartografías del cuento y la minificción.



Este libro es producto del placer de la lectura. Su objetivo es contribuir a la intensificación, preservación y multiplicación de ese placer. Por supuesto, hablo del placer de leer buena literatura. Es por eso que los escritores pueden leer este libro sin temor a llegar a saber demasiado acerca de la escritura. La buena literatura nunca es producto de la aplicación de reglas. Así que el conocimiento de determinados elementos de la escritura puede ser una forma, entre otras, de la recreación.
Este libro está dirigido a los escritores y a los lectores de cuentos, pero también, y de manera especial, a los curiosos. Para todo ellos, la lectura de estos trabajos puede ser una ocasión para recrear, informar y sistematizar aquello que todo escritor y todo lector intuye acerca del cuento literario. La transición entre el momento en el que se tiene una idea vaga y el momento en el que se tiene un conocimiento preciso acerca de las características que distinguen un tipo de cuento de otro, puede ser un proceso placentero en sí mismo, independientemente de las consecuencias que ese conocimiento puede tener en la lectura y en la escritura.

Lauro Zavala

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Pasos sin sueños...




Para darte solo tenía un sueño: amarte.
Y una senda hacia ti: mis pasos.
Y una voz hecha versos por la senda de amarte
en mis pasos sin sueños.
Para quererte a ti, para quererte:
solo un verso, mi sueño y mis pasos.


Martha Jacqueline
Del Poemario: "Si no fuera de ti" 

Pintura de
Lidia Wylangowska

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Calle G. 1982 - Poema - Edel Morales


  
Una noche partíamos almendras en la calle G.
Eran más de las 12 y tú y aquella saya de flores blancas
parecían la eternidad.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Todo resultaba tan sencillo.
El viejo mar bendito frente a la estatua de Calixto García.
Tu rostro avanzando en la semiclaridad de los pinos.
El golpe con que mi mano buscaba en la roja intimidad de la almendra.
Todo resultaba tan sencillo
como la vida del agua que se escurre entre los dedos.
No debía venir nadie.
No esperábamos a nadie.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Tú y aquella saya de flores blancas

parecían la eternidad.

Los pies desnudos - Poema - Edel Morales





No tengo nada.

Sólo el amor de una muchacha
y mis párpados abiertos.

Así puedo correr sobre la hierba
húmeda y punzante.

Sabiendo que a esa certeza

llamarán locura.



Sobre la flor y la siembra

rescataremos la canción desde los cuarteles roncos del silencio?...
vos dirás, tierra, si es posible que una flor dulce renazca entre los hombres dormidos;
tanto besarte la piel, tanto besarnos la piel como cachorros relamiéndose la herida,
investigando una sarna que no es carne… sólo ilusión
(como las buenas estrellas, también las malas)…

libre o dormido, muerto o despierto, no renunciaré a mis huesos,
ni a los ojos de mis hijos, ni al consejo de los viejos…
de los unos sé el mañana, de los otros mis recursos, y quién soy y para quién somos vida…
vos sabrás decirme, tierra, luna, greda, mano, sabrás decirme las cosas,
en el retumbe del alma por los montes, en el lagrimeo lento sobre la flor y la siembra,
en el latido que trae hablando el viento…
yo no sé más que mi lustro de razones y deseos, mi decepción y mi gloria,
mi amor, mi hambre…
sé que de un par de pisadas nace el hecho fundamental de otro par de huellas hondas,
que de la carne y la sangre se hace el mundo y que se parte la carne cuando brota,
que del amor y del hambre se hacen hombres y mujeres que tienen amor y hambre…
sé que del polvo surge el fuego que se resume en el agua
para correr por el vientre al nuevo polvo,
y sé que soy esto, eso, algo, siempre, tanto, apenas…
múltiplo de mis raciones ordinarias que desmontan la lejanía en un beso,
así… entrado en siglos y esperas que me valen mucho más que el tiempo de esta vida,
así… brotado de agua en la lluvia y picado por los cuervos,
pero… brotado y rebrotado cada día,
cada noche…

me basta el ojo sedoso de una luna sobre el río para encontrarme en mis huesos,
para reclamar tu germen en mis huesos,
para volver a encontrarme enamorado en tu cuello…
lo triste es el horizonte a veces, vida, tierra… saber que el surco murió antes de tiempo
entre las manos zanjadas de los viejos que caminan todavía por las plazas,
en los palos de una cruz que no fue nuestra elección, ni una enseñanza… sólo una estaca…

pero se nace… ahí mismo donde se murió, se nace,
brotando y rebrotando en cada luna, en cada sol, en cada beso…


Horacio De Stefano 
Pintura de Lidia Wylangowska