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domingo, 6 de noviembre de 2016

Tarjetas remotas - Poema - Edel Morales

Cumplido el retiro, estás de nuevo en el show.

Atrás, en el bungalow, dejas un papiro
sajado, y el sobregiro de una risa pizpireta.
Lanzas tu tarjeta remota, de huésped
casual, sobre el fino césped; gozas romper la etiqueta.

Observada en perspectiva, la isla que abandonas
trae un aire de donnas bellas, su voz abrasiva
y suave, festiva. Un largo viaducto
comunica este reducto con tierra firme; palestra
rentable; te muestra dones del producto.

Siempre será ayer, un instante eterno
donde el subalterno que eras fue poder,
y el atardecer, y la noche larga,
libre, sin la amarga presencia de un límite,
te hicieron artífice de una nueva adarga.

No volverás a estas costas, lo sabes;  y con largueza
te regalas la certeza de un mar limpio, y langostas,
y un sol puro en las angostas poblaciones del noreste:
su naranja o rojo agreste delineando el cuerpo joven:
hecho para que desoven allí tu fe, tu miel, tu peste.


Alberto EDEL MORALES Fuentes



miércoles, 19 de octubre de 2016

La libertad infinita - Poema - Edel Morales


Bajo el duro afiche que da sentido a esta hora
contemplo el rostro de los bailadores.

Manos distintas se mueven en el aire.
Se mueve una voz, muchachas pegadas al sudor
y las guitarras que una estrella acerca por su luz.

Fascinados en esa alucinación giramos libremente;
sin miedo y sin otra voluntad que estar vivos,
así giramos, todos bellos en el crepúsculo de la ciudad.

Pasa el amor y lleva el ritmo en los labios.
Pasa el amigo con un toque de rock sobre botellas.
Pasa el mar, azul y gris clarísimo.

Blancas monedas que la libertad desnuda.
Contemplo el rostro de los bailadores
y el efímero resplandor de las cosas más puras.

¡Qué difícil para mi ojo humano
mirar de frente esaúnicaluz!

Pero siguen dentro refulgiendo sus destellos.



miércoles, 21 de septiembre de 2016

Calle G. 1982 - Poema - Edel Morales


  
Una noche partíamos almendras en la calle G.
Eran más de las 12 y tú y aquella saya de flores blancas
parecían la eternidad.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Todo resultaba tan sencillo.
El viejo mar bendito frente a la estatua de Calixto García.
Tu rostro avanzando en la semiclaridad de los pinos.
El golpe con que mi mano buscaba en la roja intimidad de la almendra.
Todo resultaba tan sencillo
como la vida del agua que se escurre entre los dedos.
No debía venir nadie.
No esperábamos a nadie.
Yo me detuve un momento a contemplar la luz
y el paso de los autos por La Habana de 1982.
Tú y aquella saya de flores blancas

parecían la eternidad.

Los pies desnudos - Poema - Edel Morales





No tengo nada.

Sólo el amor de una muchacha
y mis párpados abiertos.

Así puedo correr sobre la hierba
húmeda y punzante.

Sabiendo que a esa certeza

llamarán locura.



viernes, 19 de agosto de 2016

Vitalidades carentes de provecho - Poema - Edel Morales



Para qué te sostiene.
Para qué se desgasta inútilmente
mi psiquis
—que alguien menos triste llamaría sin eufemismos
mi alma—
en vitalidades carentes de provecho.
Para qué me infarto.
Para qué retorno en paz a ese futuro
anulado antes de ser
los libros, los nietos, los caminos
con giros y palabras
que igual pronunciaría en el más árido desierto.

Por más estoicas que sean sus previsiones
nada significan en tu argot
los amables gestos —incomprendidos siempre—
que mi ánimo intenta proponer.
Carente de emoción está tu vida, seca.
Desolada y fría está tu especie, recelosa del bien.
Como el arroz marchito antes del sol de su cosecha.
Como los capiteles muertos tras el paso de los siglos.
Así es mi miedo a perder por inacción
—o por ausencia elemental de forma y de sentido—
lo que siempre supe definir: lo más amado.
Así es el nervio de mi entrega.

Pero pasan los días y las noches
y otra vez los días marcados de la fiesta
sin que mi voz te encuentre preparada.

Para qué te sostiene, me pregunto, para qué.
Si la ciudad se expande y canta y me seduce.
Para qué se desgasta inútilmente

mi alma lamentable.


Alberto EDEL MORALES Fuentes





Una mano en el traspié - Poema - Edel Morales


He pensado en la muerte;
de un modo más preciso, en
morir —un verbo minucioso,
apegado siempre
a lo real de la experiencia.

Cuando regresaba tarde a casa,
por las calles vacías,
he pensado mi muerte.
Fue ayer, digamos
ya casi un hoy sin sombras;
pero aún ahora
estrujo contra el rostro una mano crispada.

De nada valen los actos
durante tanto tiempo dedicados a servir.
De nada valió amar con toda el alma.

Sin una mano en el traspié, sin una mirada
o una sencilla palabra de ánimo:
destruido estoy y solo,
con mi verdad a cuestas.
Y nada pueden hacer las multitudes
a las que tantas veces puse en marcha.
Y nada puede la mujer que quise entera.

Vacía está la vida en la pobre ciudad vacía.

Con la mano crispada en el rostro he pensado en morir,
apenas ayer, hace un rato simplemente, digamos

ahora.


Alberto EDEL MORALES Fuentes


Mujer gozando su desnudez - Poema - Edel Morales


Ha dejado su temor junto al último café,
ahora goza mi presencia:
las piernas recogidas, el pelo cansado, distinta.
Los discos moviéndose en la madrugada
y la penumbra de estas costas vacías,
permiten un espacio para el deslumbramiento.
Está sentada sobre el piso y mira sin palabras
la esperma que deja en los mosaicos la vela de la fortuna.
Escucha una canción de ángeles,
goza en su cuerpo mi presencia.
La limpieza de su cutis y la lentitud del mar
me ofrecen en el espejo manchado

la otra cara de la luna.



Edel Morales
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