Nací
más de dos veces al ala de tu sombra.
Fui
más de una mujer…
El
tiempo me amparó bajo la bendición del reino azul que estalla
vidriando
los caminos en espejos.
Me
hundí en tus ojos, fluí por sus meandros libremente,
fui
alma de ángel y carne del deseo y uña y garra y tiempo.
Fui
más de una mujer hurgando la cara oculta de tu luna,
sabiéndote
en los vértigos posibles de tu historia,
entretejiendo
las tempestades en los sueños
para
que la nostalgia no escape en las fisuras,
mordiendo
la eternidad donde la marea arrastra la memoria
hacia
el pecho insondable y ajeno a su reverso.
Para
dejar de estar como si no estuviera.
Para
vivir despojada de las pieles ajenas a este cuerpo,
cubierto
con ropajes de otros nacimientos,
estampado
en otras suertes ajenas a mí misma,
de
otras –yo- coronando a la huésped solitaria que me habita.
Fui
más de una mujer iluminando la sed inagotable de tus ojos,
y
en todas me quisiste sin saberme, como si fuera única.
Martha Jacqueline