miércoles, 28 de febrero de 2018

Incógnitas para una poética: ¿Quién?...


¿Quién provocará oleajes en mi sangre, navegará contracorriente y llegará a la patria de mi corazón? ¿Quién vivirá en mí como la muerte y morirá resucitando en mí la vida? ¿Quién morderá el sudor del amor y romperá mis límites sentándose en el trono de mi carne? ¿Quién crecerá mis ganas de vivir y escribirá la “palabra necesaria” como un amo implacable? ¿Quién me dará el beso que me duerma y, como un terremoto que parte en dos la tierra, cubrirá lo triste y gris de mis cenizas? ¿Quién se convertirá en mi sombra ondeando al sol como bandera? ¿Quién hará revoluciones con mi nombre y llevará como escudo el verde de mis ojos en la batalla? ¿Quién me dirá “te amo” el primer día de marzo, aunque yo nunca lo sepa?

Dime vida… ¿quién?
           ¿quién?...

Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Del Poemario: “La piedra del designio”.

Descubriéndome (poema)...

Mi alma temporal,
mi destierro y fortaleza...
mi irrupción sobre lo cotidiano.
Esta otra yo...
la que fue hecha para ser abandonada
porque solo se habita por momentos.
(Isabeau)

Y solo tú sabrás por qué me voy cuando me vaya.
Allá... donde reza el misterio de perdonar la libertad
y no ser libre,
porque nunca estaré y sin embargo
tampoco será momento para irme.


Hurgándonos...


 

 

Reincidentes de viejas ilusiones.

Rodamos entre alas y humos.

Lunáticas hazañas. Olor a otros.

Había que intentarlo.

Rompiéndonos.

Hurgándonos con furia.

Sudándonos.

Yéndonos hacia dentro.

Dando vuelta a la hoja.

 

 

Dessiré D’ Angelo

Del Poemario: “Garras de Sumisa”

 

miércoles, 21 de febrero de 2018

Mañana seré contigo (poema)...

Mañana seré contigo.
La calle de tu casa es la tierra por la que nunca transitamos.
Los “aquí” y “ahora” son tiempos que ya no nos tendrán.

Como las catedrales viajan hacia ningún olvido
echando mano a la memoria,
entre las sombras de los siglos que construyen sus silencios
en el instinto de habitarse en la mentira de las formas.

Acaso nos queden los rostros por los que otros nos supieron.

Historias mal contadas que siembran los espejos
sobre aquel alguien que no fuimos
sobre aquel nadie que nos falta
sobre lo que transcurre sin haber ocurrido.
Pues todo aconteció… salvo nosotros.

Mañana seré contigo.
El cuarto es la infinitud de lo que aún no fue nombrado.
Unas cuantas paredes que huelen a fantasmas,
a mal sudor del tiempo, a no vivido.

Acaso, después de los después, nos quede
un azul-gris detrás de la ventana,
o alguna hilacha de agua donde estrenar asombro.
Un ir hacia la noche, un hacia atrás de pasos.

Quizás, tan solo, nos quede la palabra.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Del Poemario: “Si no fuera de ti”

Publicado vía Email.

lunes, 12 de febrero de 2018

Reflejo...

A través del cristal de la nostalgia me miro en este espejo. Devuelve una imagen difícil de apresar… y, sin embargo, lo intento. Porque allí, dentro de aquella inevitable yo, es donde te encuentro, donde suceden las escenas más hermosas.

 

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

 

viernes, 9 de febrero de 2018

Los jazmines (poema)...

Alguien respira entre el silencio que guardo y la oración de la noche…
astillas de palo santo envejecen la madera,
y con la luz del día se verá el cansancio sobre la mesa gastada,
mis manos en la madera y la ilusión en mis manos… alguien respira,
tal vez sea mucho tiempo el que le dimos a esperar la historia,
tal vez no exista un solo libro que explique o cuente apenas la historia…
todo se quedó en los ojos, mi niña… todo, hasta las lágrimas de otros,
hasta tu risa de loca hermosa, mordiendo el sabor del vino y de los besos,
hasta mi gesto insensato de mirarte
como el que descubre el mundo en una mirada larga
perdida entre los espejos del destino…

nazco cada vez que vuelvo a ver detrás de tu sombra,
creyendo atrás de tu aliento, respirando…
algo como la locura me desliza por la espalda una caricia insoportablemente suave,
y me dibuja caminos con las uñas, como ríos… suave y descarnado trazo,
algo como la locura quiere llevarme a su ternura callada,
deja un secreto en la sangre y me lame las heridas,
como un animal sacándome el dolor del mismo hecho que duele,
como un beso de veneno para curar muertes largas
y devolverme al silencio donde temblé hasta dormirme,
donde nací hasta quererte,
donde enlacé la distancia a tu cintura para quedar enlazado como el viento,
como un vestido de flores a tu cuerpo,
como algo que te desnuda y no molesta…

tal vez sea mucha sangre la que le hicimos beber al alma,
tal vez no haya más que una razón para la vida… y ¡quién sabe!...
todo se queda en el pecho, mi niña… todo… hasta tus gritos de lluvia,
hasta tu canción de brisa,
y el indudable perfume de los jazmines durmiéndose en la mesa
donde se duermen mis manos…

 

Horacio De Stefano

Buenos Aires, Argentina.