Mi pie sobre tu
boca dibuja medias lunas.
Tendido como un
tronco, así, sobre la yerba,
te vuelo como un
pájaro.
Mi lengua seduce
-sin prisas- tu deseo, tus caricias.
Te pruebo palmo a
palmo, me hinco, te beso.
Abierto al
desamparo te logro en un suspiro
y tú me das tu
savia dulcísimo incansable,
la alianza de tu
fuego, la ofrenda, tu ceniza.
Y me convoco a
amarte, a estallar como polvo
bajo el imperio
propio de antiguas cicatrices.
Y otra vez me
convidas y tu saliva es agua,
(espacio reservado
de mi ser),
aposento de lunas:
tu boca.