domingo, 5 de marzo de 2023

ÉRAMOS TAN JÓVENES...

Éramos jóvenes y el mundo

cabía en las pupilas de tus ojos,
todo él, desde su páramo en sombras
hasta su roída grandeza
quedaba vencido, como yo,
frente a tu sonrisa de demoniaca virgen
que apresuraba la codicia de mis manos
hambrientas de rumores
sobre tu pecho invicto,
guarnecido de memorias.

Éramos jóvenes y el mundo…
diablos, qué importaba el mundo,
si en tu espina dorsal
danzaba su equilibrio de funámbulo,
su andamiaje de profeta
y la duplicidad distraída de sus horas,
si toda la gloria de un instante
cabía en las pupilas de tus ojos…

Éramos tan jóvenes… ¿recuerdas?

martes, 28 de febrero de 2023

Olga Orozco: “Hechicera de formas y vocablos”



Entrevista efectuada a Manuel Ruano a raíz de reparar y prologar la edición de la “Obra poética” de Olga Orozco, editado por Editorial Biblioteca Ayacucho, Caracas 2000.

Fuente: Internet


“Desde lejos” es un libro lleno de ruinas, abismos, soledad, nostalgias. Hay como demasiada conciencia del lenguaje en él: las flores son “polvorientas”, los cielos están “abandonados”. ¿De veras cree que es el libro de la infancia? ¿No es quizás el libro del despertar?

No es tan lineal... Definitivamente no es el libro de la infancia. Tampoco del despertar. Más bien, pienso, es el libro de un peregrinaje interior. A los 14 años en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, Olga fue una enigmática discípula en ocultismo de una sombrerera italiana llamada Teresa, quien le enseñó todo lo que pudo acerca de sus misteriosas artes, depositando en ella su fe y conocimientos, entre otras cosas, del tarot. Así que desde muy niña, aprendió el lenguaje misterioso de los arcanos mayores y menores y las relaciones, por ejemplo, que hay entre una reina, un paje y un bufón, en una disposición de cartas. Ella era capaz de “leer”, literalmente hablando, una casa, un jardín o los registros de la memoria de sus difuntos. Eso es parte de una realidad que tiene que ver con los recuerdos de su infancia. También supo del lenguaje de los vientos, las arenas, los cardos, las hojas secas y los médanos que cambiaban de lugar con aquellos vientos de su niñez. Es muy posible que esas huellas de su memoria, ejercieran una nítida acuarela de fantasmas y de recuerdos en sus primeros poemas. Cuando escribe este libro tiene 26 años y ya es dueña de un lenguaje poético milagroso para la lírica argentina. En una palabra, toda la poesía de Olga mantiene un eje a través de los tiempos, donde articula los instantes que va fijando de aquel pasado y aquellas sensaciones, que ella misma fue descubriendo entre la poesía y la magia. De las tantas charlas que mantuve con ella, recuerdo aquello de “construyo mis poemas para habitarlos, para vivir en ellos”

jueves, 23 de febrero de 2023

AUSTIN OSMAN SPARE: EL OCULTISTA INGLÉS CONSIDERADO EL PRECURSOR DEL SURREALISMO.

Austin Osman Spare fue un artista y ocultista inglés que trabajó como dibujante y pintor. Influenciado por el simbolismo y el art Nouveau, su arte fue conocido por su claro uso de la línea, y su representación de imágenes monstruosas y sexuales. En una capacidad oculta, desarrolló técnicas mágicas idiosincrásicas que incluyen la escritura automática, el dibujo automático y la sigilización basadas en sus teorías de la relación entre el yo consciente y el inconsciente.

martes, 21 de febrero de 2023

La poesía de Hermann Hesse: "ESCALONES".


Así como toda flor se enmustia y toda juventud cede a la edad,

así también florecen sucesivos los peldaños de la vida;

a su tiempo surge toda sabiduría, toda virtud,

más no les es dado durar eternamente.


Es menester que el corazón, en cada llamado,

esté pronto al adiós y a comenzar de nuevo,

esté dispuesto a darse, animado y sin pudores,

a nuevos y distintos desafíos.


En el fondo de cada comienzo hay un hechizo

que nos protege y nos ayuda a vivir.

Debemos ir serenos y alegres por la Tierra,

atravesar espacio tras espacio

sin aferrarnos a ninguno, cual si fuera una patria;

el espíritu universal no quiere encadenarnos:

quiere que nos elevemos, que nos ensanchemos

escalón tras escalón.


Apenas hemos ganado intimidad

en un morada y en un ambiente, 

ya todo empieza a languidecer:

sólo quien está pronto a partir y peregrinar

podrá eludir la parálisis que causa la costumbre.


Aun la hora de la muerte acaso nos coloque

frente a nuevos espacios que debamos andar:

las llamadas de la vida no acabarán jamás para nosotros...

¡Ea, pues, corazón, arriba! ¡Despídete, estás curado!

Helena Wierzbicki: “Confío en mis deseos de belleza, poética y seducción”.


Nació en Buenos Aires, Argentina. Estudió con los maestros argentinos Luis Barragán y Elio Eros Vitali. Participó en muchos concursos de arte, locales y en el extranjero. Expuso en una importante galería de la Costa Este de los Estados Unidos y también en el Salón de Arte Argentino Actual, en el Museo Sivori, Centro Cultural Recoleta.


Siente pasión por la pintura y pinta casi de una manera compulsiva sobre lienzo, actualmente utilizando óleo y acrílico.


sábado, 18 de febrero de 2023

Campesinos...



Relato 5to. Finalista VI Certamen Internacional de 
Relato Breve “La Lectora Impaciente”, (Gandía, España) 2009


Habían llegado cuando el sol, echado sobre los largos surcos, hacía arder la tierra. Corrían como locos, persiguiéndose, estallando en sonoras carcajadas; parecían bisagras recién engrasadas cerrándose sobre sí mismos, como si la risa hiciera saltar algún resorte oculto que doblara el cuerpo en dos hasta dejar la cabeza a la altura de los tobillos. Tenían ojos grandes y húmedos, de esos donde sobra lugar para cargar la inmensidad sin que duela la vista; pupilas improvisadas, con pocas sumas de ayer, algo de hoy y mucho de futuro. La brisa que corría, suficiente para alborotar el polvo seco y rojizo de la tierra, no lograba, al parecer, apagar el calor de sus cuerpos; tal vez por eso, sudorosos y sedientos, se dejaron caer en la gran zanja alimentada por la vieja turbina. Allí chapotearon un buen rato, mientras, a lo lejos, cerca del mangal resguardado por las cercas de púas, el guajiro dejaba el tractor y cargaba los aperos de la jornada hacia la caseta de palos entretejidos y techo de guano. A esas alturas de septiembre, casi todo el campo había sido desyerbado, solo por algunos trechos se alzaban hierbas duras y vegetaciones ajenas al cultivo.
Era en esas horas cuando dejaban de ser ella y él para volverse ellos. Contenidos en aquella suerte de poceta, forcejeaban, manoteaban, escupían y hasta buceaban en el agua turbia, percudida de naturaleza, sin otra preocupación que existir-existirse y gritar, asombrados, como si sus voces fueran un privilegio que les dispensara algún demiurgo por primera vez. Lo mojado ennoblecía los callos de sus manos, los cueros curtidos y oscurecía las pecas de la espalda que él besaba y mordía. Por momentos, parecía urgirles una necesidad salvaje de olisquearse, lo que los volvía un poco serios, quizás menos ariscos; pero luego, al descubrir sus nuevas caras, sus bocas entreabiertas, sus cuerpos insurrectos, volvían a chapotear con una furia casi indecente. Era también en esas horas, cuando aparentaban la verdadera edad: parecían seres de plata, casi negros de su reacción habitual con la intemperie; pero luego, estando juntos, alguna especie de química los volvía a su estado primigenio, como si los frotara desde adentro brillándolos hermosamente. Lejos del patronazgo del fogón, de los aperos de labranza, de las responsabilidades heredadas, padecían de esa libertad casi enfermiza. Era el momento del desquite, de gozar el entorno que les era negado cuando hacían las labores, víctimas de la subsistencia.