Yo estaba tan cercana
que me podía rozar tu pensamiento…
eran las noches
en que cruzaba desnuda por tu boca
y descalzaba mi huella allí en tu pecho.
La luna era otro sol distante
que hería con su luz al mismo viento,
la soledad ese concepto vago
que se mecía en los sillones
como un cuento,
tu beso era un potro desbocado
por las esquinas
más íntimas del cuerpo
mis lágrimas, cenizas que volaban,
ya secas por tentar al fuego.
Eran las noches
del barro, la canela y las esperas.