Otra vez vuelo hacia tu noche… enamorada,
y doy contra tu boca en el espejo
porque me miro y estás en el reflejo
a un paso de algún «siempre» y de la nada.
Se me hace pálida la caricia postergada,
elemental ración de amor que cuezo al fuego
y en la distancia de tu nombre se me clava
la esquina de este jueves como incendio.
Y no importa mirar hacia lo lejos
porque me invento el uso de una lágrima
a un quizás del azul en que te pienso
con esta fiebre austral en mi garganta.