Por Stefan Zweig.
Yo amo a aquellos que no saben vivir más que para
desaparecer, porque ésos son los que pasan al otro lado.
NIETZSCHE
Las tres épicas
figuras de Hölderlin, Kleist y Nietzsche tienen extrañas afinidades en los
destinos de su existencia. Los tres, arrancados de su propio ser por una
fuerza poderosísima y en cierto modo ultramundana, son arrojados a un
calamitoso torbellino de pasión. Los tres terminan prematuramente su vida, con
el espíritu destrozado y un mortal envenenamiento en los sentidos. Los tres
terminan en la locura o en el suicidio. Los tres parece que viven bajo el mismo
signo del Horóscopo. Los tres pasan por el mundo cual rápido y luminoso
meteoro, ajenos a su época, incomprendidos por su generación, para sumergirse
después en la misteriosa noche de su misión. Ignoran adónde van; salen del
Infinito para hundirse de nuevo en el Infinito y, al pasar, rozan apenas el
mundo material. Domina en ellos un poder superior a su propia voluntad, un
poder no humano en el que se sienten aprisionados. Su voluntad no rige (llenos
de angustia, lo reconocen ellos mismos en momentos de clarividencia). Son
esclavos. Son posesos (en todo el sentido de la palabra) del poder del
demonio.