martes, 15 de noviembre de 2016

La carta en el camino...



Adiós, pero conmigo
serás, irás adentro
de una gota de sangre que circule en mis venas
o fuera, beso que me abrasa el rostro
o cinturón de fuego en mi cintura.
Dulce mía, recibe
el gran amor que salió de mi vida
y que en ti no encontraba territorio
como el explorador perdido
en las islas del pan y de la miel.
Yo te encontré después
de la tormenta, la lluvia
lavó el aire y en el agua
tus dulces pies brillaron como peces.
Adorada, me voy a mis combates.
Arañaré la tierra para hacerte una cueva
y allí tu Capitán
te esperará con flores en el lecho.
No pienses más, mi dulce,
en el tormento
que pasó entre nosotros
como un rayo de fósforo
dejándonos tal vez su quemadura.
La paz llegó también porque regreso
a luchar a mi tierra,
y como tengo el corazón completo
con la parte de sangre que me diste
para siempre,
y como
llevo
las manos llenas de tu ser desnudo, mírame,
mírame,
mírame por el mar, que voy radiante,
mírame por la noche que navego,
y mar y noche son los ojos tuyos.
No he salido de ti cuando me alejo.
Ahora voy a contarte:
mi tierra será tuya, yo voy a conquistarla,
no sólo para dártela,
sino que, para todos,
para todo mi pueblo.
Saldrá el ladrón de su torre algún día.
Y el invasor será expulsado.
Todos los frutos de la vida
crecerán en mis manos
acostumbrados antes a la pólvora.
Y sabré acariciar las nuevas flores
porque tú me enseñaste la ternura.
Dulce mía, adorada,
vendrás conmigo a luchar cuerpo a cuerpo
porque en mi corazón viven tus besos
como banderas rojas,
y si caigo, no sólo
me cubrirá la tierra
sino este gran amor que me trajiste
y que vivió circulando en mi sangre.
Vendrás conmigo,
en esa hora te espero,
en esa hora y en todas las horas,
en todas las horas te espero.
Y cuando venga la tristeza que odio
a golpear a tu puerta,
dile que yo te espero
y cuando la soledad quiera que cambies
la sortija en que está mi nombre escrito,
dile a la soledad que hable conmigo,
que yo debí marcharme
porque soy un soldado,
y que allí donde estoy,
bajo la lluvia o bajo
el fuego,
amor mío, te espero.
Te espero en el desierto más duro
Y junto al limonero florecido,
en todas las partes donde esté la vida,
donde la primavera está naciendo,
amor mío, te espero.
Cuando te digan: «Ese hombre
no te quiere», recuerda
que mis pies están solos en esa noche, y buscan
los dulce pequeños pies que adoro.
Amor, cuando te digan
que te olvidé, y aun cuando
sea yo quien lo dice,
cuando yo te lo diga,
no me creas,
quién y cómo podrían
cortarte de mi pecho
y quién recibiría
mi sangre
cuando hacia ti me fuera desangrando?
Pero tampoco puedo
olvidar a mi pueblo.
Voy a luchar en cada calle,
detrás de cada piedra.
Tu amor también me ayuda:
es una flor cerrada
que cada vez me llena con su aroma
y que se abre de pronto
dentro de mí como una gran estrella.
Amor mío, es de noche.
El agua negra, el mundo
dormido, me rodean.
Vendrá luego la aurora,
y yo mientras tanto te escribo
para decirte: «Te amo».
Para decirte «Te amo», cuida,
limpia, levanta,
defiende
nuestro amor, alma mía.
Yo te lo dejo como si dejara
Un puñado de tierra con semillas.
De nuestro amor nacerán vidas.
En nuestro amor beberán agua.
Tal vez llegará un día
en que un hombre
y una mujer, iguales
a nosotros,
tocarán este amor y aún tendrá fuerza
para quemar las manos que lo toquen.
¿Quiénes fuimos? ¿Qué importa?
Tocarán este fuego
y el fuego, dulce mía, dirá tu simple nombre
y el mío, el nombre
que tú sola supiste porque tú sola
sobre la tierra sabes
quién soy, y porque nadie me conoció como una,
como una sola de tus manos,
porque nadie
supo cómo, ni cuándo
mi corazón estuvo ardiendo:
tan sólo
tus grandes ojos pardos lo supieron,
tu ancha boca,
tu piel, tus pechos,
tu vientre, tus entrañas
y el alma tuya que yo desperté
para que se quedara
cantando hasta el fin de la vida.
Amor, te espero.
Adiós, amor, te espero.
Amor, amor, te espero.
Y así esta carta se termina
sin ninguna tristeza:
están firmes mis pies sobre la tierra,
mi mano escribe esta carta en el camino,
y en medio de la vida estaré
siempre
junto al amigo, frente al enemigo,
con tu nombre en la boca
y un beso que jamás
se apartó de la tuya.

Pablo Neruda 

viernes, 11 de noviembre de 2016

India Martínez: Hoy...


Jennifer Jessica Martínez Fernández, más conocida como India Martínez (Córdoba, Andalucía, 13 de octubre de 1985) es una cantante española de estilo flamenco y pop.
En 2009 fue nominada en los Premios Grammy Latinos en la categoría de nueva mejor artista. Ganó dos premios Cadena Dial, el primero en 2011 por su álbum: “Trece Verdades”, y el segundo en 2013. En 2015 ganó el Goya a la mejor canción por la película “El Niño”, film dirigido por Daniel Monzón. Ha colaborado con artistas como David Bisbal, Pablo Alborán o La oreja De Van Gogh, entre otros.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Tarjetas remotas - Poema - Edel Morales

Cumplido el retiro, estás de nuevo en el show.

Atrás, en el bungalow, dejas un papiro
sajado, y el sobregiro de una risa pizpireta.
Lanzas tu tarjeta remota, de huésped
casual, sobre el fino césped; gozas romper la etiqueta.

Observada en perspectiva, la isla que abandonas
trae un aire de donnas bellas, su voz abrasiva
y suave, festiva. Un largo viaducto
comunica este reducto con tierra firme; palestra
rentable; te muestra dones del producto.

Siempre será ayer, un instante eterno
donde el subalterno que eras fue poder,
y el atardecer, y la noche larga,
libre, sin la amarga presencia de un límite,
te hicieron artífice de una nueva adarga.

No volverás a estas costas, lo sabes;  y con largueza
te regalas la certeza de un mar limpio, y langostas,
y un sol puro en las angostas poblaciones del noreste:
su naranja o rojo agreste delineando el cuerpo joven:
hecho para que desoven allí tu fe, tu miel, tu peste.


Alberto EDEL MORALES Fuentes



jueves, 27 de octubre de 2016

Fantasma (Versos sencillos)

Como un fantasma a tu lado camino yo… a escondidas,
te protejo del mundo cuando no hay nadie más
y si viras la cara y me miran tus ojos
soy tan tonto que tiemblo cuando nada verás.

Yo protejo tus pasos, soy amigo del viento
de la lluvia y las cosas que aún están por pasar
no permito que nadie de ti se crea dueño
porque eso es algo que no puedo aceptar.

Te contemplo dormida, vigilo tus sueños
y si tiemblas de frío soy aquel edredón
soy el agua que bebes y el mar bello que admiras
soy la estrella que miras, soy los rayos del sol.

Como una sombra marcho detrás de ti en la vida
donde quiera que estés lo puedes comprobar
dime tan solo que necesitas verme
y ante ti mi imagen aparecerá.


Esteban D. Fernández

miércoles, 19 de octubre de 2016

La libertad infinita - Poema - Edel Morales


Bajo el duro afiche que da sentido a esta hora
contemplo el rostro de los bailadores.

Manos distintas se mueven en el aire.
Se mueve una voz, muchachas pegadas al sudor
y las guitarras que una estrella acerca por su luz.

Fascinados en esa alucinación giramos libremente;
sin miedo y sin otra voluntad que estar vivos,
así giramos, todos bellos en el crepúsculo de la ciudad.

Pasa el amor y lleva el ritmo en los labios.
Pasa el amigo con un toque de rock sobre botellas.
Pasa el mar, azul y gris clarísimo.

Blancas monedas que la libertad desnuda.
Contemplo el rostro de los bailadores
y el efímero resplandor de las cosas más puras.

¡Qué difícil para mi ojo humano
mirar de frente esaúnicaluz!

Pero siguen dentro refulgiendo sus destellos.