Una superficie plateada, móvil y llena de estrellas. Un vapor húmedo y caliente surgiendo de la frescura… un día de sol y un lago.
Un volumen rojo con centro excitado, pistilos erectos, sensuales, expectantes de polen… una flor. Un sonido cambiante, armónico y puro; un canto de vida, viril y delicado, intenso e ingenuo… un ruiseñor.
Un panal… oscuro y frío, matemático, ordenado.
La abeja X38 en su interior, lamiendo las celdas, cuidando de su limpieza, obsesiva, metódica en sus movimientos, determinada y estructurada… encarcelada.
Un sol, un lago, una flor y un ruiseñor… afuera. El orden, la rigidez, la estructura y el acuerdo… adentro.
Cierto día algo pasó en el panal, un pan de cera se desprendió de su amarre y al caer agrietó una de las paredes.
La abeja X38, angustiada y llena de pánico, corrió al lugar de la catástrofe. Estaba entrando luz por la grieta, un hilillo deslumbrante y cálido, y además aire fresco con vapor de montaña. La abeja X38 no lo podía soportar: —¡nada existe fuera del panal! —Esas eran las enseñanzas— ¡nadie es, fuera de la geometría y la estructura perfecta de las celdas! —Tal era la orden.
La X38 arregló la grieta, colocó la cera en el lugar que le correspondía y se fue a descansar.
No quería recordar… un hilillo de oro, cálido, y un olor de frescura de montaña… pero la visión volvía y volvía y un pensamiento muy débil y tímido empezó a ser escuchado:
«Hay cosas que no conoces, no todo es la estructura… existe algo afuera.»
Un volumen rojo con centro excitado, pistilos erectos, sensuales, expectantes de polen… una flor. Un sonido cambiante, armónico y puro; un canto de vida, viril y delicado, intenso e ingenuo… un ruiseñor.
Un panal… oscuro y frío, matemático, ordenado.
La abeja X38 en su interior, lamiendo las celdas, cuidando de su limpieza, obsesiva, metódica en sus movimientos, determinada y estructurada… encarcelada.
Un sol, un lago, una flor y un ruiseñor… afuera. El orden, la rigidez, la estructura y el acuerdo… adentro.
Cierto día algo pasó en el panal, un pan de cera se desprendió de su amarre y al caer agrietó una de las paredes.
La abeja X38, angustiada y llena de pánico, corrió al lugar de la catástrofe. Estaba entrando luz por la grieta, un hilillo deslumbrante y cálido, y además aire fresco con vapor de montaña. La abeja X38 no lo podía soportar: —¡nada existe fuera del panal! —Esas eran las enseñanzas— ¡nadie es, fuera de la geometría y la estructura perfecta de las celdas! —Tal era la orden.
La X38 arregló la grieta, colocó la cera en el lugar que le correspondía y se fue a descansar.
No quería recordar… un hilillo de oro, cálido, y un olor de frescura de montaña… pero la visión volvía y volvía y un pensamiento muy débil y tímido empezó a ser escuchado:
«Hay cosas que no conoces, no todo es la estructura… existe algo afuera.»