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lunes, 2 de marzo de 2020

Último deseo (poema)


Pido a Dios, morir bajo tu sombra,
observando el brillar de tus pupilas
con la pureza, que el amor destila,
agonizando por ti, si es que te asombra.

Al intenso ritual de las miradas
sortilegio sutil, que habla en silencio
enardeciente pasión, placer intenso
que da la seducción más encantada.

Vibrar en cada célula y extremo
en la ínfima arteria y en la fibra
do la reciprocidad, esgrime y libra
en sincronización, hallar consuelo.

Y luego al concebir, insigne anhelo
dejarte el corazón en mi partida.



miércoles, 19 de febrero de 2020

SERGIO LÓPEZ SUAN: “Válgame luz, y en esta sombra insana, la ignorancia concibe a un hombre sabio”.


Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Para la primera entrevista de este 2020 tengo el placer de invitar en Letraweb al poeta y escritor argentino: Sergio López Suan.

Sobre él podemos decir que nació en la ciudad de Santa Elena, provincia de Entre Ríos, República Argentina, el día 15 de octubre de 1974. Ha realizado diversos trabajos y se ha desempeñado en diferentes oficios, pero su constante es la poesía. Su firme vocación de escritor le mantiene su inquebrantable decisión de ser poeta. Voz de su pueblo y de los más caros sentimientos de la condición humana. Publicó su primer libro Sol Edad en 2012 con Editorial DEL CLE, Paraná, Entre Ríos, el cual fue presentado en 2013-2014 en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en la Cámara Argentina del Libro en el stand de Independientes, en el stand se SADE (Sociedad Argentina de Escritores) de la cual es socio activo desde el 2013. Y con el mismo participó en 2014 del Premio Faja de Honor del género poesía. Su segundo libro Sol Dado fue publicado por Editorial Dunken, de Buenos Aires. Obra breve entre una vasta obra inédita que paulatinamente irán alcanzando la dimensión del libro para perdurar y brindarse a sus semejantes y a insospechados lectores.

Le damos la Bienvenida en nuestro espacio y espero que esta entrevista sea de gran interés para nuestros lectores.

JK: Sergio, para comenzar esta entrevista quisiera preguntarte: ¿Qué de especial te trae a la memoria la ciudad de Santa Elena?

Creo que la batalla que ganamos en los cielos con las huestes celestes nos condecoró con un lugar nuestro en el mundo donde echar raíces. Llevar en el alma la niñez, los bellos momentos en familia y las personas conocidas. Amo a mi pueblo Santa Elena, Entre Ríos, Argentina.

jueves, 15 de marzo de 2012

Desde Buenos Aires- Argentina… hasta La Habana- Cuba.


Son innumerables las pequeñas y grandes obras que se generan en los distintos núcleos culturales, redactados y corregidos para nunca ver la luz. Y, si bien algunos de ellos publican antologías con textos de sus alumnos, esta es una manera de ayudarlos a atravesar la frontera de lo familiar y cercano, de abrirles camino a excelentes escritores que todavía permanecen en el anonimato o fomentar el crecimiento de los que ya han sido reconocidos.
Editorial Dunken
Página web: www.dunken.com.ar




Impreso en Argentina
©2008 Editorial Dunken
ISBN 978-987-02-3233-9
ISBN 978-987-02-3232-2 Obra completa

Agradezco de todo corazón a mi querido amigo argentino César Saúan por su apoyo incondicional, a Natalia Vega por la coordinación editorial, a María Granata por su bellísimo prólogo, al conjunto de autores que participaron en este proyecto y a la Editorial Dunken por permitirnos esta oportunidad.
Y en especial a ti, por confiar en mí y haber sido la luz en los comienzos de mis tinieblas.
Martha Jacqueline Iglesias


LOS 360 MINUTOS DE GUSTAVO CABERNET


Publicado por Editorial Dunken en la compilación de cuentos breves presentados en la Feria Internacional del Libro Argentina-2008.



   Si ella se llamara Sara, no hubiera hecho de hoy, un día atípico en mi calendario. Entonces yo, Gustavo Cabernet, a solo cinco minutos para la hora en punto, no sabría que en la inmediatez de los próximos segundos (a pesar de lo apremiante de las circunstancias y de la peculiaridad del contexto) estaré profundamente arrepentido, por no decir, liquidado.
     Para cuando me dé cuenta, ya se habrán consumido los 360 minutos de mi oportunidad; esto, claro está, tomando como minuto cero, el de mi cruce por la línea amarilla de la entrada principal de esta terminal: la raya fronteriza entre los que se van y los que se quedan. Yo, por supuesto, me voy. Siempre he sido de los que se marchan, no de los que se detienen. Para un hombre de mi condición, permanecer largos períodos de tiempo en un mismo lugar es incongruente. Las estadías solo acentúan la invalidación del movimiento; eso, sin contar la inconveniencia de los lazos afectivos, en los cuales no creo, y en la derogación por siempre de la libertad personal. Sin embargo, lo acertado de esta resolución, contraviene súbitamente con mis repentinas ansias por el paso del tiempo en el enorme reloj anclado, como yo, en esta sala de espera.
       Si ella se llamara Sara, seguramente no tendría tal gancho. Y como es de suponer, un filósofo como yo, tan diestro en cuanto a materia de la vida y de mujeres se refiere, no le conocería tanto.
       Juntos hemos vivido una gran historia. La he besado mil veces cruzando las distancias, y he amado su cuerpo níveo, su sonrisa de santa; sí, porque la he visto sonreír. Indudablemente siempre sonríe cuando está cerca de mí.
    Pero ahora, pronto caminará hacia la puerta número tres sin tan siquiera mirar atrás y desaparecerá tras la misma; y, a juzgar por lo real de las probabilidades la posibilidad de volver a verla tal vez no ocurra nunca más. En tanto yo, con esta cara de imbécil, la dejaré ir, y quedaré varado un rato más en esta sala de espera; para luego, encaminarme arrepentido hacia la puerta número siete, siguiendo un rumbo completamente distinto al de ella.
    Pero, a fin de cuentas, ¿qué puedo hacer? Soy un filósofo, y un hombre de mi condición es en verdad complejo. Y no porque yo lo diga, que conste; lo dicen aquellos para los que el hecho de conocerme es una retractación a la versión más noble de mi universo. De todos modos, si ella se llamara Sara, no nos habríamos tropezado en el minuto cero, ni la hubiera amado con todas mis fuerzas durante estos 360 minutos, incluso, sin siquiera conocer su nombre. ~