miércoles, 17 de agosto de 2016

Invitación en Tea & Books...


 

Hoy comparto con ustedes la mini-entrevista que me hizo en su blog: "Tea & Books", nuestra querida amiga María Dolores García Pastor. Para quienes no la han leído, acá la dejo.

Hoy viene a tomar el té... Martha Jacqueline Iglesias Herrera.

Ante todo es un placer estar aquí compartiendo un té contigo. Gracias por la invitación.

1.- ¿Por qué te gusta leer?
Me gusta leer por una indiscutible nostalgia hacia lo invisible y, en cierta forma, por un vacío inaugural. Por medio de la lectura asisto al despliegue de máscaras que se levantan en el reverso de los sueños de cada creador y habito así los enigmas del tiempo y de la muerte. Leyendo acudo a las iluminaciones que hay en el entramado de la memoria de éste y otros mundos, remonto la caída y la evocación del origen del propio ser humano recorriendo laberintos de imágenes y resonancias. Cabe preguntarnos: ¿cómo establecer los límites entre autor, pensamiento y vida cuando la palabra es llevada precisamente hacia lo ilimitado? La lectura, como forma imperecedera y como presencia nos lleva a presenciar la fundación de un ser como palabra. Leer es una aventura hacia lo absoluto que nos da a ver la realidad sustancial del hombre, es un acto que también está hecho de silencios.

2.- ¿Recuerdas cuál fue el primer libro que leíste?
El primer libro que leí (no infantil) cuando cumplí doce años fue: La aguja Hueca, no recuerdo si el autor era Raymond Chandler.

3.- ¿Cuál es tu libro favorito?
Tengo varios libros favoritos, podría citar: Los pasos perdidos de Alejo Carpentier, El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez, El manifiesto negro de Frederick Forsyth, Mona de Dan T. Sehlberg, El misterio del Priorato de Sion de Jean Michel Thibaux, La casa de los espíritus de Isabel Allende.
Eso, sin contar los libros de los compañeros blogueros que he añadido como preferidos en lecturas más recientes: Barro y canela de Horacio De Stefano, La isla de Víctor Morata Cortado, El rastreador de Blanca Miosi, Hijos de Heracles de Teo Palacios, El susurro de los árboles de mi anfitriona en esta casa del té, Como un Dios de Marta Abelló. En fin, la lista es larga…

4.- ¿Y tu momento favorito para leer?
Mi momento favorito para leer es cuando anochece.

5.- Descríbenos tu rincón de lectura.
Tengo varios rinconcitos de lectura por toda la casa: en la sala, en la terraza. Pero el preferido es simple: encima de mi cama con la laptop.

6.- ¿Nos recomiendas un libro infantil?
El principito.
 

Las copas del placer...




 Aprendimos a leer del corazón las sílabas,
al tiempo que explorábamos centímetros no vírgenes
de distendida piel,
fuiste el barco de sueños que entrando en mi bahía
vertió sobre mis costas las copas del placer.

Y enjugué la espesura de aquel minuto efímero
mientras brasas ardían entre colinas blancas,
la altitud del instante sometió los sentidos
y azotó con caricias sacudidas del alma.

Fue cuajando el sudor como rocío nocturno
tanta carne vibró gravitando en sus órbitas,
que fue eco el silencio en la hora precisa
y fue mudo el gemir al vuelo de palomas.

Sobrevolaron el aire de un golpe las cenizas
los fragmentos en pie de tanta vida pasada,
y una y otra vez enjugué la espesura
mientras tu barco anclaba para siempre en mis aguas.



Martha Jacqueline
Del Poemario: "Desenváinate y Tómame"

lunes, 15 de agosto de 2016

La plaza...


La plaza está vacía.
Acaso llueve para desenterrar el tiempo.

El día muere acribillado de un agua que no cesa
dejando en su estampida un rastro
de puntos suspensivos
por la enramada transparencia.

Alguno que otro vuelo lo despide.
Todo baja. El polvo también cae.
Se apaga entre los brillos de la noche que surge
adoquinada de lunas servidas en los charcos.

Recostadas al pretil de sus orillas
las lenguas del silencio se las beben.

La plaza está.
El resto nunca estuvo.


Martha Jacqueline
Del poemario: "Topografías del silencio"


jueves, 4 de agosto de 2016

EXILIO...




 
Aún no lo sabías,
bajo el velo de la providencia se alzaba
creciendo a fuego y a memoria que no cierra
el presagio de la víspera;

hasta ser como el redoble de una oración en el altar de la plegaria
nada más que un temblor en el soplo de aquello que divino
reinaba, en la fragua del cielo, al filo de obsidiana;

el bien perdido juntando las posesiones de toda absolución
al acecho de un ademán en el contagio del ritual
vislumbrado desde las reliquias de la noche.

Muy poco percibiste,
apenas, una prolongación de lo que ahora permanece,
que despierta contigo en los rostros por los que pasarás;
y que moldea, desde tu nacimiento en otras vidas,
el paraíso que huye por los rincones de la tentación.

Un talismán de las tinieblas
sepultado en el cielo del delirio,
debajo de las fundaciones del ardor,
cubriendo la desnudez de los propósitos
en las constelaciones de todo lo imposible.

Ese tatuaje del recuerdo
que arrebata la paz hacia lo alto de la dicha,
donde algún gesto tuyo fue soborno
en la memoria de la invocación y el extravío;
mientras se precipitaba el horizonte de todo porvenir
en la multiplicada legión del espejismo.

¿Dónde acierta su lugar la emboscada inocencia?
¿Cómo nombrar el idioma de ese ángel perdido,
esa raza de infierno donde caes?

Nunca nadie te dijo.
Te invadieron tu infranqueable, fugitiva morada.

La hora de la consumación
tratando de hallar entre rescoldos el alba de la idolatría.

¿Y qué fue de la credencial, para siempre en suspenso,
con la que encandilabas los pasos para hallar la salida?

Siempre lejos allá,
donde no has sido más que los rostros por los que pasarás,
la sombra de tu exilio.


Esteban D. Fernández