Bienvenida…
la espera se hizo larga en este cruce de sueño sin fronteras,
mi supervivencia era apenas migajas de tu mirada…
muerte sencilla, instinto básico,
del pájaro que se hizo ausencia sin viento para sus alas.
Bienvenida…
todo se queda en tus manos,
mi herencia de luz y sombra que testifican los años,
la desnudez de una lágrima que apenas supo el pudor
de andar besàndote el rastro,
el desdecir de un hermano que derroté en el silencio
sin que supiera mi guerra desde un rincón del destierro,
sin que supiera la alianza y pacto de mis muertos,
sin que supiera mis mañas para lograr tu regreso.
Bienvenida…
sé bienvenida, mi amor.
Esteban D. Fernández
Del Libro de Poemas: “Desde la amante sombra”
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