El sonido producido por los jóvenes árboles al acariciarlos la suave brisa, creaba en él un raro presentimiento. Una inexplicable nostalgia apoderábase de su ser. El vacío lo ahogaba. Si, aún respiraba, sólo eso lo diferenciaba de un muerto.
Fue entonces cuando en lo alto del firmamento apareció de repente un OVNI.
Al principio observó una luz amarilla que relampagueante lo iluminó todo en derredor. No supo si la iluminación provenía de lo alto o de algún punto situado en la superficie circundante, pues en unos pocos segundos la noche se convertía en día. De pronto todo cesó, surgiendo del cielo una masa brillante color cenizo de aspecto gelatinoso y contorno fusiforme que se acercaba lentamente hacia el sitio en que él se encontraba.
Sobrecogido de pánico, trató de huir, pero una repentina parálisis redujo a cero todas sus facultades. Hasta sus propias pupilas quedaron fijas mirando aquel objeto venido quién sabe de qué rincón del infinito. Estaba prácticamente hipnotizado.
Para ese momento el cuerpo enigmático se encontraba tan cercano, que le impedía ver estrella alguna. El silencio, la oscuridad total reinó y el miedo fue sustituido por una misteriosa y agradable calma. Estaba controlado.
El OVNI lo cubría todo en su alrededor. Se sentía aletargado, absorbido.
Sumido en un negro abismo, con la mente en blanco proyectada hacia la nada, llegó el mensaje telepático.
-"Soy Thaliad, vengo de un punto del espacio que no me está permitido todavía decirte. No temas, yo misma te traje hasta aquí bloqueándote la memoria.