En 1983 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Comienza cuando Juan Preciado, en el lecho de muerte de su madre, promete ir a buscar a su padre, un tal Pedro Páramo: «El olvido en que nos tuvo cóbraselo caro» le dice ella, y Juan parte a ese pueblo mítico situado en la boca del infierno: «Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche». Es aquí, donde se tejerá la historia de deseos y pasado, de murmullos y fantasmas, que abarca desde mediados del XIX a las revueltas cristeras de comienzos del siglo XX.
Este fragmento pertenece al prólogo de la edición por Jorge Volpi:
"A Juan Preciado le parece que las voces de los difuntos que va encontrando a su paso son como rumores y murmullos, pero cuando él nos los comunica ya ha pasado a formar parte de la nómina de fantasmas que lo rodean. Empeñado en rastrear la verdad, Juan Preciado pagará su osadía con su única herencia: la vida".