¿Y si el espacio que media entre tu sueño y
el mío
fuera el milagro de un beso?
Nazco hijo de tu sangre y por tu sangre me
quedo…
brotando dulce… despacio… niño, hombre,
tuyo, viejo.
Desde tus ojos me veo mirándote la sonrisa,
a dos suspiros tus labios, en un mañana el
recuerdo.
Me trae mi nombre de donde mis pasos nunca
se fueron,
me tiendo sobre tu puente y en tus ojos me
hago cielo.
Entre los gritos del mundo un llanto raja el
silencio
y mi respuesta es pregunta latiendo al fondo
del tiempo.
(Por dondequiera que vayas…
cicatrizado en tus palmas, vivo, muerto,
siempre, nunca,
acá en tu pecho… me quedo).
Esteban D. Fernández