Comparto con ustedes este breve cuento del poeta libanés Khalil Gibrán Jalil, que me gusta mucho.
Una vez un hombre desenterró en su camino una estatua de mármol de gran belleza. Y se la llevó a un coleccionista que amaba todas las cosas bellas, y el coleccionista la compró por un alto precio. Y se separaron. Y mientras el hombre volvía a casa con su dinero, pensó y se dijo a sí mismo: ¡Cuánta vida este dinero representa! ¿Cómo puede alguien darlo por una simple piedra esculpida, muerta e ignorada en el seno de la tierra por un millón de años?
Mientras tanto, el coleccionista que estaba mirando su estatua y pensando, se dijo a sí mismo: ¡Qué belleza! ¡Qué vida! ¡Qué sueño de alma grande! y tan fresca como el suave dormir de un millar de años. ¿Cómo puede alguien dar todo eso por dinero, muerto y sin sueños?
Evidentemente, no todos miramos la vida de la misma forma.
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