martes, 6 de junio de 2017

Vidalero...



cuando dios te queda lejos y el miedo montó un caballo más rápido que tus ojos,
no es de hombre gritarle al viento un odio largo…
lo voy mascando en silencio,
canto bajo pa’ sentirme y que nadie más lo sepa;
por otro lado, el camino me enseña que uno anda odiando su misma prole de infiernos,
y, de amigo canta bajito nomás, pa’ que yo lo sepa y nadie más pueda oírlo…

salta a veces a mis manos un grillo flacucho, de esos que ni pa’ lágrima canta,
y yo me quedo mirando la belleza de ese mundo que otros sospechan barato…
rápido no me he de ir, eso lo juro, mi niña,
si por más irme es que vengo de donde nada termina,
una cruz sobre la frente que se le llama memoria,
un poema en la garganta pa’ no resignar ternura
y una vidala viajera,
que no se va, que me salta a veces, flacucha, fea, en las manos…

y es por vos que se me arrima a domesticar el alma,
mintiéndome chiquitito que los huesos no son leña pa’ quemarse lentamente,
que el corazón no patea, que trae dulzura la caña tragada como agua buena…
la verdad no me molesta, pero me gusta pasarla por el vidrio de tus ojos
y ver qué secretos cuenta, qué airecito le da a un grillo, qué razones me entrevera…

si yendo por esas sendas donde el amor se perfuma
la carroña me rodea con ganas de machacarme los dedos pa’ hacerlos tumba,
pero allá lejos, mis miedos, a caballo lanzan gritos,
no de odio, no de miedo… de sencillitos nomás cantan vidala…

“pues pa’ besar es que guardo tus lágrimas en mi boca,
como un rosario de piedras y florcitas araucanas,
que algún duende vidalero le menudeó a la llovizna
y las floreció en tus párpados, mi niña”…

…así me ronda la copla que me dejó un grillo viejo,
y es por vos que se me arrima a mimosearme en los labios
que se hermosearon primero en tu sonrisa,
viajando largo…


Horacio De Stefano

lunes, 22 de mayo de 2017

Viaje a tu memoria.


Cuando haya pasado el tiempo de las rosas
y cierren tras de mí las puertas herméticas del Hades,
yo tomaré la ruta hacia Occidente
en un viaje sin retorno a las Hespérides,
o a un Avalón desierto y sin manzanas.

Cuando cierren las puertas y ventanas
del último aposento; cuando el viento
se haya llevado el polvo ingrávido
de mis últimas palabras;
cuando ya no quede nada,
sólo quedará un leve recuerdo
del que te nombro como única guardiana.

Aunque yo me haya ido, perdido en esa barca
que pilota Caronte
y no haya un horizonte por delante,
seguiré habitando en el seno
íntimo del jardín de tus recuerdos.

No quiero ni más gloria ni más nada.

Y si has de ser el fiel guardián, yo te convoco
a que evoques mis sueños no alcanzados.
No los mezcles con llantos ni plegarias;
te entrego el Grial donde mi sangre mora.
Envuélvelo en sonrisas y caricias
sobre el lecho de algodón de tu memoria.

Octavio Fernández Zotes.

Poema...



…y cuando no sepa el rastro, habré ido demasiado lejos,
quizá no haya forma de quedar rondando entre las viejas palabras,
quizá un poema no haya sido suficiente, ni cien, ni todos,
como no lo tuvo Pablo, como no lo dijo Julio, como Jorge Luis calló en los ojos…

…y el sol que muerde los párpados,
y la luna que los carcome despacio con su cera aguardentosa…

callo también en mi sombra, amanecido sin juicio y sin ventana
en la emoción astillada de la historia que nunca quiso el latido del suicida
y se hundió el puñal al fondo de la carne, pa’ que no la rompa el frío,
pa’ irse en sangre caliente y terminar la batalla…
si cuando muere el guerrero acaba el filo de su hambre,
si cuando muere la hambruna ya no hay vida, ni ganas, ni sueños,
prefiero la chuza fiera cuando todavía existo,
antes que dejarme roña en los basurales viejos y abichados de la suerte
que con más roña me propuso arriar banderas, escupir pájaros al viento, andar sin luna…

…callo en los ojos, callo en las manos… el silencio no es olvido,
sólo es guardar el recuerdo pa’ morir con lo mejor que te dije,
la única palabra digna de ser la vida y la muerte,
con su infinito misterio y su infierno de silencio… esa palabra callada,
que no se puede gritar, que no merece explicarse, que manda sobre el tiempo
y anda sin un poema… 


Horacio De Stefano

lunes, 24 de abril de 2017

Te nombro...




Te nombro desde la soledad que no tengo
me acompaña un pueblo vivo en mis ojos
el cuadro de un amanecer pegado al vidrio
que abrí con nuestras miradas,
(la locura que heredé cuando alcancé a comprender
que estar cuerda es estar loca)
que allí, detrás del umbral, hay ciegos que
nunca ven sino en la noche profunda
y que hay olores nacidos del mismo surco
del viento, donde la siembra es el fruto
y el árbol crece en la ausencia.

Te nombro y miro un lirio y te toco
como te palpo en la piedra, en un milagro del barro,
en la frescura de un río, bajo la sombra de un croto,
y en la sonrisa te encuentro y en la tristeza te llamo
y allí en el cielo las nubes se leen como señales
del mismo tiempo de amor,
                                  del mismo beso en las tardes.


Martha Jacqueline