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martes, 14 de febrero de 2023

Génesis II: Poema de mi libro "Desearte en abril" disponible en Amazon...

Hola amigos… les comparto otro poema de mi libro: “Desearte en abril” el cual pueden comprar en Amazon pinchando sobre la portada a sólo 0.99 la versión digital y 3.99 la versión de tapa dura.




Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.

Gioconda Belli


El Creador me hizo mujer,
poetisa,
de piel tan blanca como el yeso,
ojos verdes,
inquietos,
incendiarios.

Me hizo a golpe de esperanzas,
con mansas líneas,
febril,
ardiente,
para tus ansias locas,
ay, para tus ganas.

Entre mis piernas nació suave
una hendidura de deseos:
una puerta,
una abertura de la dicha,
para que entres a mi cuerpo
con tu ángel
y me contagies de semen,
de anarquía,
                     de desorden.

El Creador me hizo mujer.

Me dio el poder de la manzana
para decirte:

“Amor, yo te apruebo el silencio, pero:
¿Cuándo vas a vestirme en tu locura?”

Contémplame.
El Creador me hizo mujer,
y voy desnuda.

miércoles, 4 de enero de 2023

Tres poemas del Libro de Poesía: Desearte en Abril.


Hola, aquí les traigo una muestra de algunos poemas que integran el libro: Desearte en Abril, que se encuentra a la venta en Amazon por sólo 0.99 la versión digital y 3.99 la versión de tapa blanda.

Si desean comprarlo, pinchen sobre la portada.

https://www.amazon.com/gp/product/B07VCBJC4S/ref=dbs_a_def_rwt_bibl_vppi_i0

 Desearte en Abril refleja el amor desde diferentes perspectivas. Se habla de la ausencia de la pareja que se sufre con un dolor visceral en la desesperada batalla contra la soledad y el silencio. Pero también se experimenta la necesidad de la reconquista del ser amado, del cortejo. No todo es profundo desconsuelo. También en estos versos brilla la luz de la esperanza y la fe en la creencia de que cuando un amor es verdadero puede siempre renacer, como el Ave Fénix, de las cenizas.

Cualquiera que sienta semejantes tristezas, nostalgias y deseos… pudiera considerar estos poemas suyos.  

martes, 1 de noviembre de 2022

"El muriente de Lupi y otros cuentos" a la venta en Amazon...


Hola amigos, ya está publicado en Amazon mi libro: “El muriente de Lupi y otros cuentos”. Pueden adquirirlo a sólo 0.99 la versión digital y 3.99 la versión en papel.

A través de doce relatos la autora nos muestra el universo de unos personajes víctimas de sus debilidades humanas y en muchas ocasiones presos de sus propios horrores. El cinismo, la ironía, el despecho, la crueldad, se instalan como característica común en la mayoría de ellos tiñendo de una condición trágica e inevitable las circunstancias de esos seres humanos que no consiguen escapar de su realidad. También se aborda el tema amoroso como elemento transformador que eleva el espíritu desde la sencillez del ser hasta dimensiones insospechadas. 


Para comprar pinchen sobre la imagen.


Martha Jacqueline Iglesias Herrera

domingo, 23 de octubre de 2022

DESEARTE EN ABRIL



Para comprar el libro pincha sobre la portada
 
 
Desearte en abril sin más propósitos 
que abrirme en flor azul para tu cielo,
colgar la soledad con esta blusa
que ya se gasta de tan puesta.

Prepararme la piel con el deseo
por si La Habana urge en tus ojos
y se hace rumbo de tu vuelo.
 
Bombear la sangre al corazón,
que se derrumba ya de solo.
Estrenar las rutas de la vida
en todo aquello que fue nuestro
y no deshacerme de nostalgia
cuando te me caes 
como ternura de las manos
o creces raíces de ilusión 
por sobre el pecho.

Decir te extraño,
amor,
en cada nunca de los ojos,
del lado de los llantos
y de los siempre
o en el gesto humilde de las cosas.

Creer 
a modo de quien urde tu presencia
como la luz 
que yo he llamado dicha
y diáfana hermosura de mis huesos.

domingo, 3 de julio de 2022

Por el hombre que amo...



(…) Por un hombre,
por el hombre que amo…
tiemblo de coraje ante la injusticia:
me duelen los críos descalzos de los otros,
el Dios supuesto de los pobres,
tan sordo al ruego,
a queja,
a súplica,
ciego ante la mano nacida para el golpe
del hambre en las costillas.

Por un hombre,
por el hombre que amo…
me duelen los hombres humillados
que no pueden pagar ni un gramo de la sal
del llanto de sus niños,
me duelen los labriegos,
el seno que se seca penando día y noche
en la madre afligida,
me duelen los rencores,
el dolor de los muertos que agria la saliva,
me duele el campesino,
los juguetes tan caros que no pueden estar
en manos de los hijos.

lunes, 14 de febrero de 2022

POEMA DE LA LOCURA...

 

Hagamos una locura,

un disparate.

 

Hazme frágil,

poetisa,

tuya,

y bebamos el amor a cucharadas.

 

Hagamos un dobladillo a la dulzura,

cosamos el tiempo en la mirada,

estrujemos mi nombre con tu nombre

y matemos a un ángel:

por amarnos,

por no amarnos,

por habernos amado hasta la muerte,

por violentos,

por la errática luz de la mirada

por los “siempre”

por los “nunca”.

 

Hagamos una locura,

un disparate.

 

Como casi…

como nada…

como miedo de niños bajo el agua

que salvan a su sueño del naufragio,

como ropas de algas que nos cubren

como ganas a punto de ser ganas.

 

sábado, 11 de diciembre de 2021

VÍCTOR MORATA: "La muerte siempre ha sido un tema recurrente en mis relatos. Pero no el único. Cada escrito es hijo de su tiempo. Y cada tiempo está sometido a las circunstancias de su creador. Cada palabra, al igual que la muerte, tiene su hora".

                                                                           por Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Desde España llega a Letraweb un escritor que admiro mucho: Víctor Morata. Tuve el honor de entrevistarlo por primera vez en el año 2008. Desde entonces hemos estrechado lazos de amistad recorriendo el fascinante mundo de la escritura. Dotado de una gran sensibilidad, Víctor siempre ofrece una mano amiga con la que contar. Ha sido para mí un apoyo invaluable. Hoy, trece años después, tengo la satisfacción de volver a entrevistarlo, esta vez a raíz de la publicación de su novela: "Siervos de la Guadaña", obra cuya lectura he disfrutado muchísimo y que me ha convencido de que Morata marcará una huella importante en el mundo de la literatura.

Sobre él podemos decir que es autor de más de 350 relatos cortos, 40 microrrelatos y 13 novelas. Ha sido ganador del VII Yoescribo de relato y finalista de otros concursos como el de Aullidos

Ha publicado relatos en antologías de TombooktúDHEl País Literario y Holocubierta y también en fanzines literarios como el de Horror Hispano o La Gárgola

Ha publicado en revistas como la argentina Insomnia o la madrileña Voces

Ha participado en proyectos colaborativos como la novela de La historia de Almos

También ha colaborado con reseñas literarias en páginas como Propera Parada: Cultura La jungla de las Letras.

Siervos de la Guadaña es su primera novela publicada.


viernes, 10 de septiembre de 2021

Meriba




        Dicen que llegó con el circo, entre el fandango de trapecistas, malabaristas, animales amaestrados, funambulistas y payasos; pero yo sé que es mentira. Él nunca pudo ser parte de ese recinto desmontable que huele a riesgo, a frenética ingratitud y gesto elaborado. No, yo sé que el vino con la lluvia, entre el paso apurado del reflejo y la opacidad gris de la mañana. Ciertamente, visto desde afuera, enfundado en sus ropas de hombre, cualquiera podría confundirlo con un simple mortal que calza zapatos salpicados de barro. Pero él era un golpazo al deslustro de los días, una dentellada al germen solitario y hostil de la insatisfacción, una bocanada radiante con que absorber el mundo. Un receptor mediocre, quizá, al verlo templar las cuerdas de la risa, del equilibrio, la magia, podría alimentar su fantasía de ilegítima satisfacción y odioso entusiasmo; porque no le sería dado a entender que él era la risa, el equilibrio, la magia… una taracea de misterios que hacía arder el misterio, una suma de silencios que endemoniaba el silencio aflorando lo mediocre y común de su mutismo. Él era la contradicción a lo doméstico, a la férrea disciplina, a lo natural. No creía en la testarudez de la palabra, la husmeaba y olfateaba con recelo: “esa cáscara trivial que oculta el justo sentido de las cosas”. Por eso nunca tuvo nombre, al menos, ninguno que supiera mi boca. Ni falta que le hacía. Bastaba con nombrarlo: mío.

lunes, 12 de abril de 2021

MI LIBRO"DESEARTE EN ABRIL" LLEGA A ESTADOS UNIDOS!!!

 

Mi libro "Desearte en Abril" llega a Estados Unidos, esta vez adquirido por el periodista, escritor e investigador Milton Hourcade, quien recomienda su lectura:

“Para quienes gustan de la poesía, les recomiendo este libro: “Desearte en abril” escrito por Martha Jacqueline Iglesias Herrera, una joven mujer cubana que derrocha calidad y vibrante fuerza caribeña en su decir.

Lo adquieren por Amazon, y se asombrarán de su calidad y de cuánto les llega al alma”

 

Gracias querido Milton, de todo corazón!!!

domingo, 21 de marzo de 2021

EL MURIENTE DE LUPI...

Para comprar "El muriente de Lupi y otros cuentos" pincha sobre la portada.


Madame Isabelle aparecía dos o tres veces por mes en el Club Chandellier, sito en la avenida Moncloa, número 314. El Chandellier ocupaba toda la planta baja del Hostal Aldalai, una joyita arquitectónica de principios del siglo XX, entonces palacete en construcción y propiedad de un tal Guillermo Aldalai Montoro. Según alguna que otra crónica de la época, la mansión –que ocupaba toda una manzana de terreno− jamás llegó a ser habitada, pues su propietario desapareció misteriosamente poco antes de la noche de su inauguración. En el transcurso de los años, la propiedad fue vendida en varias ocasiones, pero ocurrió que todos los que la compraron corrieron la misma suerte de su primer dueño, por lo que quedó completamente abandonada durante las casi nueve décadas siguientes. La llegada de la modernidad barrió, en cierto modo, con toda aquella maraña de fabulaciones en torno al inmueble, rescatándolo como herencia del pasado y volviendo abrir las puertas para el disfrute de todos.

Por cosas de la vida, de la muerte o del destino, en ese mismo Hostal me hospedé un día de otoño, el veintitrés de noviembre, para ser más preciso. Una semana antes, el señor Báez, mi jefe, había insistido en la necesidad de que tomara unas vacaciones con urgencia. Tal decisión me sobrecogió de un modo inexplicable. Me resistí a la idea cuanto pude, argumentando las más justas y disímiles razones. Pero él, me miró como aleccionado por un pensamiento antiguo y dijo:

lunes, 5 de octubre de 2020

MEDCEZIR

 

Ben Jochai cerró la tienda de antigüedades antes de lo acostumbrado. El reloj de la Catedral marcaba las seis de la tarde cuando oscuros y densos nubarrones, en dirección al norte, presagiaban tormenta. Pasados unos instantes, el clamor del cielo embravecido llegó con las primeras gotas de agua que repiqueteaban en un sonido monocorde contra el cristal del ventanal entreabierto. A paso apresurado se dispuso a trancarlo mientras observaba, a lo lejos, del otro lado de la plaza, el ritmo cadencioso de los eclesiásticos que se desplazaban por las naves laterales de la iglesia en dirección a la sacristía. Los fuertes vientos habían tumbado el tendido eléctrico de la cuadra por lo que la escasa luz que alumbraba la habitación provenía de unas velas perfumadas situadas en una pequeña mesa de caoba adosada a la estantería de libros. El mobiliario personal era escaso, pero servía adecuadamente a sus propósitos y a los de su hijo.

El pequeño Medcezir, de apenas siete años, practicaba la caligrafía con trazos firmes y seguros en un diminuto cuaderno que su padre le había obsequiado para ese fin. Con una gran disciplina y entrega, imitaba los complicados jeroglíficos del ejemplar de turno con una maestría impropia para su edad y para sus conocimientos sobre las lenguas muertas. De pronto, se distrajo de su labor y dijo:

 —Padre… ¿podrías traducirme lo que he escrito?

 Ben Jochai alzó la vista por encima de sus espejuelos y dejó de clavar en el techo por donde filtraba una gotera. Bajó de la escalera con una sonrisa, se acercó al pequeño y examinó las líneas perfectamente duplicadas.

QUIEBRAHACHA

 

Dos cosas sí que amaba en la vida el compadre Venancio: su mujer y la tierra. Cuando digo tierra, me refiero a aquella que por derecho un día hubiera sido mía, pero que me quitaron. El difunto Justiniano, ido hace muchos años y quién sabe si en gloria (por parte de padre abuelo de él y por parte de nada algo mío), en nombre y títulos le dio al Venancio en vida todo lo que tenía, y a mí me pasó por alto como si no existiera. Tal determinación me azuzó el coraje. Juro que me empeñé en odiarlo, a decir verdad, casi que lo logré y en justa causa, porque si alguien había batallado de tú a tú, a lluvia y sol, con el cuero invicto de aquella tierra, ése era yo.

Quiebrahacha era una región que, de tan dura, mellaba a gusto el filo de lo que fuera. El viejo Justiniano bien que lo decía: «Quiebrahacha tiene las entrañas encallecidas y el alma casca». Todo en ella despuntaba a duras penas, pero cuando lo lograba, era con un vigor atroz y un brillo acerado. Sus colores eran fuertes y definidos, sin tonos medios. Tal es así, que el mismito verde que veíamos allá, prendido de las hojas de los árboles, se repetía así de idéntico en los frutos no hechos, en la hierba baja y hasta en los ojos de algunos. Llovía de cuando en vez, una lluvia rápida, a chorros más gruesos que el de las cañerías, con tal suerte, que si te adivinaba, dejaba un rastro de moretones en la piel y un reconcomio del diablo; y demoraba en caer casi el mismo tiempo que tardaba en agotarse el agua de los pozos. Durante el día, hacía un sol de perros, que descueraba la piel y ulceraba el estómago. Luego, llegaba una noche fresca como a modo de tregua, con un cielo bien limpio y una luna grande y un montón de estrellas. A veces ni dormíamos tratando de estirarla, pero era intento vano, la noche nos llegaba y a la vez se escurría tal como la lluvia: rápida y a chorros. Nadie en Quiebrahacha era semilla vieja. Los viejos que veíamos ya habían llegado viejos, y de tan viejos, olvidaron la edad. No se conocía un nacimiento y tampoco una muerte. Es que allá todo costaba gran trabajo: hasta nacer, envejecer o morir. Entre vecinos, la gente era algo fría y distante; nadie hablaba si no era necesario, pero cuando lo hacían, aquello se volvía una confrontación al rojo vivo y casi siempre para ajustar alguna que otra cuenta. Todos, de cierta forma, habían llegado huyendo de algún sitio. Acaso eso los hacía mirarse por encima del hombro y aferrarse a la tierra, o tal vez era por aquella historia en común que no tenían, o quién sabe, si como Quiebrahacha, ya venían con las entrañas encallecidas y el alma casca.