Pensado por
el oficio de tus manos… vuelo lejos.
En ti me
duermo mujer…
luz de luna,
faro que arde, patria del pecho incendiándome el latido.
Tiembla la
tierra cuando te anuncias regresándome, paloma mía.
Tu vuelo
traza la ruta de mi nido y en tu aleteo me quedo…
¿Por qué llorar corazón?
¿Por qué llorar corazón?
El dulce labio del destino me arrulla con confesiones
que solo
piden tu oído.
Bruja
amante, miel del campo, mujer del barro…
vestida de
mil distancias beso tu huella en el viento y me seduce tu aroma,
magia del
sueño donde te guardo en silencio como un pedazo de noche…
vela de la
soledad…
candil que
alumbra el secreto del pulso de este misterio
que me late
a pecho abierto, niña mía.
Soy esto… la
declarada sensación del crudo invierno del pobre,
el grito de
rebelión que se me hizo pueblo en las manos…
tu bandera,
mis instintos, nuestra herencia.
Nombras al
mundo en mi nombre
y alguien
lanza una plegaria hacia un dios desconocido.
Restos de
fe…
Toco la
orilla del miedo y no sé, no sé qué he sido…
si en tus
ojos me deshago de la suerte de no ser…
cuando me
lleva tu cuerpo por esos rumbos sin señas
que es la
sangre de los míos.
Me habla el
tiempo… y en ti me duermo mujer.
Esteban D. Fernández
Del Poemario: “Recuérdame”.
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