¿Cómo seguir adelante cuando todo se pierde, cuando se ha cerrado la puerta que esperábamos?
A veces el destino nos juega malas pasadas de las que nos cuesta levantarnos con la cabeza en alto. Si tomamos el Queso como una metáfora de aquello que queremos en la vida por encima de todas las cosas, pregunto: ¿Alguien se ha llevado tu queso?
Si la respuesta es afirmativa, este libro de Spencer Johnson obrará en ti un milagro, pues te ayudará a través de una historia simple y divertida que involucra a cuatro personajes (dos ratones y dos humanos) a superar cualquier experiencia negativa que lleves sobre tus hombros, a infundirte energía positiva, siempre que tengas en cuenta que lo importante es no detenerse, pese a cualquier dificultad, paso desacertado o injusticia.
Si se llevan tu queso… solo sigue buscando, que a la sombra del que se ha ido puede estar otro igual o mejor que el que tenías. Y como bien escribe Kof, uno de los personajes del cuento: “Imaginarse disfrutando el queso nuevo, incluso, antes de encontrarlo… conduce a él”.
(...) Una mañana, llegaron a la Central quesera "Q" y descubrieron que no había Queso. No les sorprendió. Como habían notado que las reservas de queso habían ido disminuyendo poco a poco, Olí y Corrí estaban preparados para lo inevitable e instintivamente, enseguida supieron lo que tenían que hacer. Se miraron el uno al otro, cogieron las zapatillas deportivas que llevaban atadas al cuello, se las calzaron y se las anudaron. Los ratones no se perdían en análisis profundos de las cosas. Y tampoco tenían que cargar con complicados sistemas de creencias.
Para los ratones, tanto el problema como la solución eran simples. La situación en la Central Quesera "Q" había cambiado. Por lo tanto, Olí y Corrí decidieron cambiar (...)
(...) Kif y Kof hicieron su aparición en la Central Quesera "Q". No habían prestado atención a los pequeños cambios que habían ido produciéndose y, por lo tanto, daban por sentado que su queso seguiría allí. La nueva situación los pilló totalmente desprevenidos. - ¿Qué? ¿No hay Queso? -gritó Kif -. ¿No hay queso? -repitió muy enojado, como si gritando fuese a conseguir que alguien se lo devolviera-. ¿Quién se ha llevado mi queso? -bramó, indignado. Finalmente, con los brazos en jarras y el rostro enrojecido de ira, vociferó: ¡Esto no es justo!
(...) Mientras que Oli y Corri ya se habían puesto en marcha, Kif y Kof continuaban vacilando y titubeando. Despotricaron y se quejaron de lo injusto que era todo lo ocurrido, y Kof empezó a deprimirse. ¿Qué sucedería si al día siguiente tampoco encontraban el queso? Había hecho muchos planes para el futuro basados en aquel queso. Las personitas no daban crédito a lo que veían. ¿Cómo podía haber ocurrido aquello? Nadie les había avisado. No estaba bien. Se suponía que esas cosas no tenían que pasar. Aquella noche, Kif y Kof volvieron a casa hambrientos y desanimados; pero, antes de marcharse de la Central Quesera "Q", Kof escribió en la pared:
“Cuanto más importante es el queso para uno, más se desea conservarlo”
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