Yo
te he soñado…
con
tu barba crecida entre mi pelo,
llenándome
el talle de señales,
sumergido
en los secretos de mi pecho.
Yo
fui la hembra…
que
te sostuvo en sus caderas,
alimentando
el gozo de una noche
que
parecía ser eterna.
Cierro
los ojos…
mi
gesto femenino te despierta,
y
en tu rostro de sombra yo dibujo
el
ardor de este cielo irresistible
tan
herido de soles y de estrellas.
(Yo te he soñado y soy de ti aun cuando
despierto)
II
La noche será larga.
No se ha perdido todo… déjame tu recuerdo.
Al fin y al cabo, eres mi verso hecho palabras
-aprendido de idiomas indirectos-
pero que siempre vuelven a recordarnos
lo imposible de la vida y sus misterios.
Todo
está en calma ahora.
Soy
libre para llamar las cosas por su nombre.
Voy
de camino hasta tus brazos
a
cuenta y riesgo de un destino
que
me libera del mundo y sus fracasos.
Nadie
nos ve. Ámame ahora
que
el sol se desangra en el silencio,
ola
en el mar, espuma a punto de ser rota
en
los acantilados de mi cuerpo.
Todavía
conservo tus palabras
como
única herencia de mis bienes,
hoy
sé que llego tarde y, sin embargo,
muero
de amor, de sed junto a tu fuente.