Pido
a Dios, morir bajo tu sombra,
observando
el brillar de tus pupilas
con
la pureza, que el amor destila,
agonizando
por ti, si es que te asombra.
Al
intenso ritual de las miradas
sortilegio
sutil, que habla en silencio
enardeciente
pasión, placer intenso
que
da la seducción más encantada.
Vibrar
en cada célula y extremo
en
la ínfima arteria y en la fibra
do
la reciprocidad, esgrime y libra
en
sincronización, hallar consuelo.
Y
luego al concebir, insigne anhelo
dejarte
el corazón en mi partida.