Hoy quiero hablarles de una
obra que fue finalista del Premio Planeta en 1970: “Retrato de una bruja”. Cabe
destacar, que el periódico francés Le Monde la calificó como ‹una de las
mejores novelas publicadas en España en los últimos 30 años› y para la crítica,
a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo en la actualidad una de las obras
de referencia dentro de la narrativa en castellano del siglo XX.
He de decir que luego de leerla
-Retrato de una bruja- pasó a ser una de mis novelas favoritas, no sólo porque
la narrativa de Castresana es impecable y la ambientación de los escenarios
donde se desarrolla la trama es magnífica, sino porque constituye un aporte
significativo desde el punto de vista de su valor histórico sobre la brujería
en España en el siglo XVII. Se aportan, por ejemplo, datos reales sobre los
procesos que la Inquisición llevó a cabo contra las brujas de Zugarramurdi (que
constituye el caso más famoso de la historia de la brujería vasca) y hay
presente, además, la presencia de elementos folclóricos en la representación de
los copleros a través de los cuales, mediante sus cánticos en la plaza del
pueblo, llegan las noticias sobre Zugarramurdi.
No he tenido el placer de leer:
“La cruz invertida” del escritor argentino Marcos Aguinis que le arrebató el
preciado galardón a “Retrato de una bruja”, pero indudablemente la creación de
Castresana la considero muy a la altura para el merecimiento de dicho premio.