Anoche tuve
la distancia hecha nada entre las manos…
entre el
salto y lo posible se arruinaron las fronteras,
y el hechizo de tus ojos
sumó un
resto a mi imprudencia,
en esta
vida que no entiendo sino es dicha por tus labios.
Apenas nada
me cubre…
un verso,
el invierno de mis años, tu bandera,
y me tengo
en este salto hasta dejarte ir volviendo
porque nada
me complace si no es siguiéndote el paso.
¿Y qué
somos?
Somos amor
hecho carne,
una forma
bien exacta de la idea que me trajo,
algún lazo
del destino que desestimó la cicatriz de mi sombra
y la
distancia hecha lágrimas.
Apenas esto
nos tiene,
horas de
estancia en tu mundo que me forjaron los ojos,
que dieron
vida a mis manos por tus manos,
que me
nacieron al tiempo… como un pájaro:
ese pájaro
guerrero que batalla por el nido de tus sueños,
allá… sobre
los cielos más altos.
Esteban D. Fernández
Del Libro de Poemas: “Desde la amante sombra”