Ni las páginas de los muchos libros que se han
escrito sobre historia del arte ni el mundo de la crítica parece recordarlo; y,
sin embargo, las obras de Jean Delville siguen ahí, como una mirada
hiperconcentrada y desgarradora de los universos ocultos, del pasado y del
infierno. Con mucho de cristiano trágico enlazado a otro mucho de pagano, y con
un delicioso sabor a gnosticismo, sus pinturas parecen deleitarse ante los
hechos atroces y simbólicos, como los poemas de Baudelaire, de cuya escuela fue
deudor.
Jean Delville nació en la
ciudad belga de Lovaina, trasladándose a Bruselas a los seis años. Ya adulto,
vivió principalmente en el suburbio de Bruselas “del Bosque”, pasando también
algunos años en París, Roma, Glasgow y Londres.
Desde muy joven su habilidad
artística era excepcional. Se formó académicamente en La Escuela de Bellas Artes de
Bruselas en compañía de Eugéne Laermans y de Víctor Horta.
No obstante, en esta época comienza a mostrar una
creciente pasión por las denominadas ciencias ocultas… dando un giro sustancial
a su temática.