IV
No
digáis que, agotado su tesoro,
de
asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá
no haber poetas; pero siempre
habrá
poesía.
Mientras
las ondas de la luz al beso
palpiten
encendidas;
mientras
el sol las desgarradas nubes
de
fuego y oro vista;
mientras
el aire en su regazo lleve
perfumes
y armonías;
mientras
haya en el mundo primavera,
¡habrá
poesía!
Mientras
la ciencia a descubrir no alcance
las
fuentes de la vida,
y
en el mar o en el cielo haya un abismo
que
al cálculo resista;
mientras
la humanidad, siempre avanzando,
no
sepa a dó camina;
mientras
haya un misterio para el hombre,
¡habrá
poesía!
Mientras
sintamos que se alegra el alma,
sin
que los labios rían;
mientras
se llore sin que el llanto acuda
a
nublar la pupila;
mientras
el corazón y la cabeza
batallando
prosigan;
mientras
haya esperanza y recuerdos,
¡habrá
poesía!
Mientras
haya unos ojos que reflejen
los
ojos que los miran;
mientras
responda el labio suspirando
al
labio que suspira;
mientras
sentirse puedan en un beso
dos
almas confundidas;
mientras
exista una mujer hermosa,
¡habrá
poesía!
XXI
¿Qué
es poesía?, dices mientras clavas
en
mi pupila tu pupila azul.
¿Qué
es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…
eres tú.
Sobre el autor: Gustavo Adolfo Bécquer nace en
Sevilla (1836) y muere en Madrid (1870). Huérfano a temprana edad, tuvo una
vida llena de sinsabores y estrecheces. Sus biógrafos lo retratan tímido,
retraído, soñador y refugiado en un mundo interno ante la hostilidad exterior.
De ahí nace la voz más pura, cristalina e íntima de toda la lírica castellana,
precisamente cuando el romanticismo se daba por terminado aparece el puro
romántico. En 1861 se casa con Casta Esteban Navarro.