Hoy
quiero hablarles de la primera novela que leo del escritor: Darío Vilas. Este
es un autor del que supe a través del blog: Mentecreativa, de nuestro querido
amigo Víctor Morata Cortado.
Es
una novela de la que disfruté mucho su lectura pues su autor pulsa un quid
dramático, un tono y un criterio de puesta en escena que lo cualifica de forma
especial. A mi entender, se nos presenta como una angustiosa parábola sobre la
animalidad y la incivilidad del ser contemporáneo en un mundo duro y adverso. A
través de la historia podemos ir sintiendo los temores, la soledad, la
angustia… los hondos mundos interiores de sus personajes. Por medio de la
narración asistimos también a presenciar aquellas figuras que indican
transición: trenes, escaleras, espejos, mudanzas. Presenciamos igualmente esos
sueños pequeños, inmediatos, tan precarios como las vidas que los suscitan. El
autor nos muestra emociones feroces captadas con miradas sutiles.
Todo
comienza con la despedida de una infancia hecha de olvidos, de esa indiferencia
que a veces acompaña en forma callada todo lo que nos rodea. Y a la que
deseamos otorgarle una vida que revierta el ruido de ese pasado dormido.