Ha
sido tremendamente emocionante para mí descubrir la obra de Zoé Valdés. Aunque
es una autora ya consagrada hace muchísimo tiempo como poeta y como novelista,
me apena reconocer que no es hasta ahora que leo algo de su autoría.
Quizás,
este premio que obtuvo en 2013, con una novela que con justeza lo respalda, es lo
que la haya destacado del resto de lecturas pendientes que tengo desde hace
unos años.
Supongo
que es por su posición política (fue opositora del gobierno de Fidel Castro y
es anticomunista) lo que haya provocado que nunca me tropezara con una obra
suya en una librería de nuestro país, tal como ocurrió con ese compatriota
nuestro: Amir Valle, al que la censura condenó su trabajo literario al exilio.
Pero
bueno, dejemos a un lado las ideologías y concentrémonos en la obra por la que
obtuvo el premio Azorín en 2013.
Se
trata de una apasionante novela sobre Dora Maar y su relación con ese gran
genio del siglo XX: Pablo Picasso, en el París bohemio de los años treinta. Como
muchos conocerán Maar fue una artista plástica, pintora, escultora y fotógrafa
francesa. Una de los artífices con mayor talento del surrealismo. Recordemos,
además, que ella fotografió el proceso de composición del Guernica, el cual es
considerado no sólo una de las obras más importantes del arte del siglo XX,
sino que se ha convertido en un “auténtico ícono”, símbolo de los terribles
sufrimientos que la guerra inflige a los seres humanos.