Af
Klint nació en 1862 en la localidad de Solna (Suecia). Hija de un almirante,
tuvo la fortuna de poder estudiar en la Real Academia Sueca de las Artes, en
Estocolmo, uno de los pocos centros que admitían a mujeres de toda Europa. Allí
aprendió a pintar según la estética academicista por entonces imperante, con
una especial atención hacia los paisajes naturalistas.
Sin embargo, desde muy
pronto af Klint se vio invadida por una sensibilidad especial que le sobrevino
tras la terrible experiencia de acompañar en la agonía a su hermana de diez
años, algo que la hizo interesarse, e incluso obsesionarse, por la
espiritualidad y el mundo del más allá.
La
pintora sueca creó su obra como una forma de plasmar las experiencias
supraterrenales que afirmaba sentir.