Hoy hablaremos de un tema que no
pierde vigencia entre los amantes del terror. Me refiero a los Mitos de
Cthulhu.
Estos fueron creados por H. P. Lovecraft (1890–1937), un escritor de Providence,
Rhode Island, al que muchos consideran el escritor de terror más influyente del
siglo XX. Pasó la mayor parte de su vida en el anonimato, dedicando gran
parte de su tiempo a mantener correspondencia con sus amigos y a escribir los
relatos de ficción por los que después sería conocido. Aparte de una estancia
de dos años en la ciudad de Nueva York, durante su breve matrimonio, y de
varios viajes por el este de los Estados Unidos, Lovecraft pasó casi toda su
vida en Providence viviendo junto a su madre y sus tías. Como podrían
atestiguar los que lo trataron, fue pese a ello un hombre de fuertes
convicciones y gran astucia, algo que resultaba evidente hasta para muchos que
nunca lo conocieron en persona. Los relatos de Lovecraft, que pocas veces llegaron
más allá de las revistas pulp como Weird Tales, eran una mezcla de fantasía,
ciencia-ficción y terror, con especial predominancia de este último factor.
Pero
volviendo al tema que nos ocupa, estos mitos constituyen un ciclo de literatura
de horror cósmico y aunque fueron creados por Lovecraft se acrecentaron por
otros escritores pertenecientes a su círculo. Aunque están muy vinculados a la
ciencia ficción, el género onírica y la fantasía pura, los Mitos de Cthulhu
pertenecen a la tradición del cuento de horror anglosajón.
Muchos
de los que acaban de conocer los Mitos podrían compararlos con los numerosos
libros, programas de televisión y películas basados en obras populares como
Star Trek o Alien. Pero, a diferencia de ellas, los Mitos de Cthulhu no son una
franquicia ni hay ninguna guía canónica destinada a proteger la propiedad
intelectual y preservar la continuidad. Todo el mundo es libre de escribir una
historia de los Mitos y publicarla, y puede saltarse sin ningún problema lo
sugerido en el material inicial. No es la primera vez que algunos escritores
toman personajes y ambientaciones de las obras de otros, pero nunca a una
escala tan grande.
Los
Mitos de Cthulhu transportan el horror gótico de fantasmas y seres inmateriales
en un terror realista, donde las divinidades de pueblos casi desaparecidos
resultan ser entidades primigenias provenientes de ciclos cósmicos muy remotos
al ascenso evolutivo del hombre y que luchan y compiten en ciclos de
destrucción en los que la humanidad posee un papel insignificante.