Cuando un alma
sensible y culta recuerda sus esfuerzos por trazar, según su propio destino
intelectual, las grandes líneas de la Razón, cuando estudia, por medio de la
memoria, la historia de su propia cultura, se da cuenta de que en la base de
sus certidumbres íntimas queda aún el recuerdo de una ignorancia esencial.
En el reino del
conocimiento mismo hay así una falta original, la de tener un origen; la de
perderse la gloria de ser intemporal; la de no despertar siendo uno mismo para
permanecer como uno mismo, sino esperar del mundo oscuro la lección de la luz.
Gastón Bachelard