A.
J. Quinnell era el seudónimo del destacadísimo novelista inglés: Philip
Nicholson. Cuando emprendí la lectura de Sitio
de silencio, aún no sabía que Quinnell había sido el autor de la obra que
dio lugar a una de mis películas favoritas: “Man on Fire” (El fuego de la venganza
en España y Hombre en llamas en Latinoamérica). Quienes ya disfrutaron de
este film en el 2004 recordarán la excepcional actuación de Denzel Washington
(alcohólico oficial de la Marina de los EEUU y ex agente de la CIA) y Dakota
Fanning (una niña de nueve años de edad, la cual es secuestrada en Ciudad de
México) además de la participación, entre otros buenos actores, del cantante y
actor estadounidense de origen puertorriqueño Marc Anthony.
En
Sitio de Silencio, Quinnell vuelve a
retomar con mano diestra las labores de inteligencia, esta vez, entre Jorge
Calderón (agente de la seguridad cubana) y Jean Peabody (que asume sus
funciones como embajador de Estados Unidos) en San Carlos, pequeño país
tropical. La novela está enfocada de una forma que destaca los aspectos
positivos del comunismo, pero también nos hace valorar la ideología y el
patriotismo de los estadounidenses.
Pero
adentrémonos un poco en la obra. Como ya mencioné anteriormente, la trama se
desarrolla en San Carlos, en el año 1986, donde un grupo de insurgentes
comunistas (simpatizantes de Fidel Castro y la Revolución cubana) intenta
derrocar al gobierno dirigido por el presidente Vargas.