Éramos jóvenes y el mundo
cabía en las pupilas de tus ojos,todo él, desde su páramo en sombrashasta su roída grandezaquedaba vencido, como yo,frente a tu sonrisa de demoniaca virgenque apresuraba la codicia de mis manoshambrientas de rumoressobre tu pecho invicto,guarnecido de memorias.Éramos jóvenes y el mundo…diablos, qué importaba el mundo,si en tu espina dorsaldanzaba su equilibrio de funámbulo,su andamiaje de profetay la duplicidad distraída de sus horas,si toda la gloria de un instantecabía en las pupilas de tus ojos…Éramos tan jóvenes… ¿recuerdas?Esteban D. FernándezDel Poemario: "Recuérdame"
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