Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Letraweb se traslada hasta
Puerto Rico para realizar la primera entrevista de este 2019. He de decir, que,
en julio del 2015 recibí en casa dos libros que conservo con mucho cariño de la
autoría de este estimado amigo. Para los que gusten leer las impresiones que al
recibirlos me causaron pueden consultar la sección: “Regalos”, donde atesoro
las obras de todos aquellos que me han enviado, con un sincero afecto, sus
trabajos.
Para los que no lo conocen,
hablo del artista plástico y escritor puertorriqueño: Luis Cortés Collazo.
Sobre él podemos decir que
nació el 21 de enero de 1949 en Utuado, Puerto Rico. Fue el Fundador y Primer
Presidente de la Asociación de Artistas Plásticos del Centro de Puerto Rico
(APC). Realizó un Bachillerato en
Bellas Artes, (Pintura), se graduó en la Universidad de Puerto Rico y realizó
en 1983 una Maestría en Ciencias de la Información y Bibliotecología. Estudios
graduados en comunicación, Rutgers University en New Jersey, 1993-94. Fue
Maestro de Arte en el Colegio San José, Río Piedras en el período 1972-1981 y
Bibliotecario (UPR en Utuado, 1981-2012). Entre sus libros publicados se
encuentran: Personajes Populares de Utuado, y los poemarios: Soliloquio
de Amor, Adorado Insomnio, Tiempo y Destiempo y la obra
breve: La Hormiga y sus Argumentos. Varios de sus cuentos se han publicado en
revistas académicas, Revista del Instituto de Cultura y periódicos.
En
el 2004 obtuvo el Primer Premio en Cuento del Ateneo Puertorriqueño.
Actualmente está retirado y dedicado enteramente a la pintura.
Le damos la Bienvenida en
Letraweb y espero que los lectores del blog disfruten de esta entrevista.
JK: Para empezar esta entrevista quisiera preguntarte: ¿qué de especial te
trae a la memoria el municipio de Utuado?
Luis: Aunque se pudiera incluir aquí múltiples cosas para recordar
o traer a la memoria, entre tantas, me parece que la hospitalidad como característica
de los utuadeños que siempre ha permanecido, y su característica rural de
tradiciones, pueblo entre montañas como así significa su nombre indígena
(Otoao) nombre que lamentablemente fue españolizado.
JK: El Centro Ceremonial Indígena de Caguana es uno de los legados taínos
de mayor importancia que hoy perduran en Puerto Rico. Destaca además como el
yacimiento arqueológico más importante del país y uno de los más grandes del
área antillana. ¿Han influido de alguna forma estas raíces ancestrales en el
desarrollo de tu obra artística?
L.: Vivo en el mismo
barrio a pocos minutos de este parque, lugar turístico muy visitado. A pesar de la tendencia de pueblo
del centro y que innegablemente la tradición impone una carga fuerte
hacia el indigenismo, no creo que mi obra tenga esta influencia. La
influencia se hace sentir, como suele suceder en otros pueblos
latinoamericanos, en el aspecto artesanal. Sin embargo, debo admitir que en una serie de pinturas en las que incluyo elementos escultóricos totémicos
(Serie de los Tótems) creo, de una
manera u otra evocar algo de lo indígena. Entiendo que por mi formación
académica o universitaria la tendencia dirigía (y aún dirige) a fijarse en los
modelos clásicos del arte, ya sean europeos o norteamericanos. Indudablemente
la educación posibilita otras vías y otros modelos a seguir o que sirven de otros
estímulos.
JK: Eres un escritor que has cultivado en tu quehacer literario géneros
como el narrativo y el lírico, pero además eres pintor. ¿Con cuál de estas
profesiones te sientes más identificado y por qué?
L.: Definitivamente
soy pintor, o artista plástico; lo otro lo considero en otro plano (por no
decir secundario o terciario) y por esta misma razón abordé los cuentos y
poemas tardíamente. En realidad, el término “profesional” puede ser ambiguo, ya
sea refiriéndose a la calidad con que uno ejecuta la obra o ya que se vive o se
sostiene económicamente de esto. Sabemos que son muy pocos los artistas plásticos
que “viven” o se sostienen económicamente del arte, aún algunos de fama, por
consiguiente, hay que dedicarse a otras labores relacionadas al arte o no tan
relacionadas. En mi caso, he laborado como maestro de arte y como
bibliotecario.
JK: En tus obras destaca el ser en
trance de indagación espiritual, en una búsqueda incesante frente a la magnitud
de la existencia que lo convoca y de la que depende su necesidad de sobrevida.
¿De qué cantera se nutre la inspiración que sirve como tema a tu comunicación artística?
L.: Esta pregunta
resulta para mí de alta complejidad porque realmente toca precisamente lo que
todo artista, creo, pretende realizar. Tal vez estoy generalizando porque de
inicio hay en la pregunta unos elementos específicos que a lo mejor has visto o
se desprenden de mi obra. Adelanto que tanto a través de la pintura como así también
a través de lo literario, lo planteado es lo que persigo o pretendo. Quiero
adelantar que en mi obra plástica y literaria (confieso que ambas muy
modestas), no establecen conclusiones, sino búsquedas y como esto último hay
que observarlas. Si hay que precisar, entiendo que mis trabajos se dan en un
plano del interior, de lo íntimo, de resguardo, y que lo comparto ya sea en el
aspecto plástico o literario, por la necesidad natural y hasta cierto punto,
por la obligación de todo artista de sacar hacia afuera lo que elabora adentro.
JK: Cada movimiento o estilo artístico expresa el arte con ciertos
atributos similares durante una etapa de tiempo, siendo un fenómeno de
expresión que manifiesta las características propias de la época en el que
surge. ¿Dentro de qué estilo o movimiento artístico está incluida tu obra
pictórica?
L.: Para
contestarte tengo que remontarme a los años de mi formación académica o
universitaria. Esto se da hacia los años del último cuarto del siglo XX y que
coincide también con mi primera experiencia como educador. Época en que
convergían estilos, modismos y tendencias dispares, si se prefiere, y que por
tanto estuvo avalado por esas mismas consecuencias por lo que se llamó conceptualismo o arte conceptual. En Puerto Rico las tendencias artísticas han llegado
un tanto tardías, por coletazo o impuestas por las grandes urbes de mayor
dinamismo artístico. Me parece a mí que, por mi propio espíritu de dudas,
temores, ambigüedades, incertidumbres, a la larga vine a reflejar precisamente
lo que intuitivamente rechazaba. Caracterizo mi obra como ecléctica,
fragmentaria y de muchos brincos. Y también de lapsos largos de inactividad,
síntomas todos estos de la postmodernidad. Es mi parecer, y esto lo he
comentado en otros foros, que todavía no hay una definición clara de lo que
será el estilo o movimiento del siglo XXI, terminando ya la segunda década.
Creo que hay una especie de reciclaje de movimientos y estilos pasados que
quedan “lavados” por la influencia de la computación o el digitalismo. Por lo
tanto, y entre ellos, el conceptualismo
(bautizado con otros nombres) aparentemente tiene vigencia actual.
JK: Un emperador chino le pidió un día al pintor de su corte que borrara la
cascada que había pintado al fresco en la pared del palacio porque el ruido del
agua no lo dejaba dormir. A raíz de esta anécdota algunos filósofos han
planteado que el agua que molesta al chino puede sosegar a un toscano. Dado
este paralelismo visual, te pregunto: ¿Cómo crees que la realidad de una imagen
pictórica que funciona como mediación efectiva se asuma en un estado
contemplativo entre culturas distintas? ¿Qué códigos visuales crees que son
necesarios para descifrar aquello que se observa en una pintura?
L.: Creo que para
esto no hay fórmulas mágicas. Para mí cada obra de arte trabaja de una forma
particular en la psiquis de cada individuo, de cada persona, de igual manera
por la dinámica cultural de un país o de otro. De aquí la gran diversidad y los
enfoques artísticos y por consiguiente las preferencias y gustos individuales. La
educación es un elemento esencial para afinar la capacidad del ser humano hacia
la observación, de la observación al análisis, del análisis a la evaluación, de
la evaluación… a la emoción de estar al frente a una obra de arte que conmueve,
a unos más que a otros.
JK: Régis Debray plantea que la contemplación de algunas obras de arte no
libera del drama de la voluntad, como quería Schopenhauer, porque los efectos
de las mismas son a menudo dramáticos. ¿Crees que tu obra pictórica, en este
caso específico, pueda provocar por su naturaleza algo más que una simple
percepción? ¿O crees que tenga un aura que pueda cambiar con el tiempo la
creencia visual de quienes la observan?
L.: A mí me parece que sí. He tenido la experiencia de ver
cómo algunas personas quedan admiradas (por no decir arrobadas o perplejas)
delante de una de mis obras, o como dije antes, se conmueven con ciertas
lágrimas en la cercanía o elucubran una historia alrededor de lo que ven que a
mí también me maravilla porque entiendo que lo que pretendo no es lo que ellos
necesariamente ven o deberían ver. En una de mis aperturas de exposiciones un
profesor compañero de trabajo se inventó que yo estaba enviando mensajes
subliminales en mi obra, de manera que yo por dentro me decía: de dónde saca
éste ese asunto porque que yo sepa no he pretendido enviar ningún mensaje subliminal….
Ahora, pregunto ¿una obra que pudiera tener la característica de tildarse de
buena, de inicio, no tiene elementos “subliminales”? Para mí, que sí.
JK: De todos tus libros, ¿cuál es el preferido y por qué?
L.: No soy muy apegado a lo que publico. De hecho, siempre
tengo la rara sensación de que algunas cosas que he escrito y que he publicado
las pude haber escrito de otra forma y a lo mejor no publicarlas. Esto induce a
una especie de despegue de la obra post-publicación. Pero creo que el relato
largo (o novela corta, si se prefiere) La
hormiga y los argumentos es una obra que mientras escribía me sentía cómodo
y al parecer recreaba las imágenes como si yo fuese parte, estuviese dentro de
la obra. Con cierto recelo de no caer por el mismo tema en el panfletismo, por
el mensaje que pudiera parecer para el lector como el primario –la controversia
–el tirijala, como decimos en Puerto
Rico-- de la enseñanza de sexología en las escuelas públicas del país--
preferiría pensar que es más bien el juego temporal con sus brincos hacia el
frente y hacia atrás y polarizando igualmente lo espacial, los ángulos de
visión o posición, digamos de la hormiga hacia arriba y la visión del escritor
o el lector de tope como si se estuviese dibujando un mapa, es lo que importa
en esta obra. Se notará entonces la relación entre lo plástico y lo literario.
JK: De tus obras pictóricas, ¿cuál ha sido la más apreciada en tu
trayectoria como pintor?
L.: Quiero entender la dirección de la pregunta. Si es
apreciada por los de afuera, es decir, por el espectador, creo que los que han
adquirido algunas de mis obras definitivamente envían mediante la adquisición
un mensaje de aprecio hacia la obra y por extensión, hacia el artista. En
términos crítico no he sido muy vapuleado y tal vez he sido sobreestimado.
Ambas cosas o me aterran o me tienen sin cuidado (notarás entonces mi
ambivalencia). Por mi parte, si la pregunta va hacia mi aprecio a mi propio
trabajo de arte puedo decir que gozo más en el proceso de hacer que en el
proceso de exponer, por lo tanto, no tengo mayores predilecciones por una obra
u otra. Sí estoy consciente que hay obras que retan al espectador más que
otras. Pienso, además, que algunas, como
es natural, son más acertadas que otras.
JK: ¿Qué autores han influido en tu obra literaria?
L.: He aquí otra en que la certeza se hace difícil y un poco
incómodo establecer influencias. De nuevo, por la misma razón académica que
pudo tener su peso en mi desarrollo de la plástica, tiene también su peso en lo
literario por la gran variedad de autores con los que uno se confronta en los
estudios universitarios o los que uno lógicamente descubre más tarde. Podría
decir que Kafka; Borges, Cortázar y así varios del “boom” latinoamericano;
Hemingway, Poe; este último aportando la parte lúgubre y oscura que prefiero
llamar gótica dentro de lo que
corresponda en lo que escribo. Y si hay algún pesimismo en algunas cosas que
escribo, estoy pensando tal vez en Salinger. Por los autores mencionados se
podrá ver que me atrae lo fantástico y lo que se hermana con el movimiento
surrealista, el mundo interno de la mente. Pienso que los que he mencionado son
de admiración para mí; si en mi obra hay influencia de alguno con mayor fuerza,
o de otro que no haya mencionado, esto queda para el discernimiento o
investigación de los interesados. Se da el fenómeno de que muchas veces uno
como autor no cae en cuenta o no puede establecer ni piensa en las influencias,
pero sí, como se habrá notado, se puede señalar las preferencias.
JK: ¿Qué pintores han influido en la creación de tus cuadros?
L.: Básicamente pasa igual que los autores
literarios: son referentes. Creo que he tomado, me he sentido atraído por
infinidad, a tal punto que se me hace difícil seleccionar algunos. Si de
influencia se trata me parece que la obra matérica de Antoni Tápies, el pintor catalán,
ha influido en mis trabajos. Siempre me ha fascinado la fuerza textural de su
obra. La utilización de objetos en mis cuadros (no tan fuertes como los de Tápies),
pero sí el acercamiento textural en la obra plástica, y esto a veces sí a veces
no, es decir, no hay una constante. En una de mis etapas como pintor,
reiterando que me considero ecléctico, debido a la fragmentación de la
superficie algunos me tildaron de “cubista” lo cual, de ser así, hay una
influencia picassiana que a toda costa he tratado de eludir. Por el
eclecticismo mencionado creo haberme fijado en muchos artistas.
JK: Durante todos estos años, ¿qué crees haber ganado? ¿qué crees haber
perdido?
L.: No he podido establecer ni por aproximación ese balance.
Las pérdidas y ganancias se pueden adjudicar a muchas cosas. Me parece que he
ganado mucho en el plano espiritual (soy cristiano católico practicante) que
para mí tiene gran valor y esto como bien has formulado arriba, se refleja
indudablemente en lo que hago en términos plásticos o literarios.
JK: Si tuvieras que definir un sueño, ¿qué nombre le pondrías?
L.: A los sueños se
hace difícil ponerles nombres (nunca se me había ocurrido esto). Si hablamos en
términos oníricos la realidad y verdad de los sueños es vivirlos y sufrirlos
mientras se sueñan. Si hablamos de proyecciones futuras o utopías, mi sueño
sería que hubiese una mayor comprensión entre todos los seres humanos, un mundo
de mejor convivencia, sin barreras geográficas en donde pudiéramos llamarnos
ciudadanos del mundo. Ya ves, como marchan las cosas en el mundo actual… una
utopía.
Muchísimas gracias a Luis por
dedicarme parte de su tiempo en la realización de esta entrevista.
Los que gusten leer sus Reflexiones: Vestigios y Dualidades, pinchen sobre
la portada para su descarga:
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