Por Martha Jacqueline Iglesias Herrera
Damos comienzo a la segunda entrevista de este 2018. Desde España nos llega una talentosa y laureada escritora a quien yo llamo cariñosamente Bruji, diminutivo de su pseudónimo literario por el que todos la conocemos: La Bruja de Clarà.
Sobre ella podemos decir que es Licenciada en Ciencias de la Información. Ganadora del IV Concurso de Relato Breve "La Rosa de Barcelona", del VII YoEscribo.com de novela y del II y III Certamen de Escritura Scream "Cielo Abierto". Mención especial en el III Concurso Literario Jirones de Azul especial "Sonrisa de Gato". Finalista del III Concurso de Relatos Mujeres Viajeras. Finalista del I Certamen Internacional de Relato "La Abadía del Perfume". Ganadora del XIII y XV Concurso de Relato Breve "Paraules d'Adriana". Coordinaba la sección de Cuento/microcuento en La Tormenta en un Vaso y actualmente recomienda libros en el espacio “Lectura Obligatòria” en Onda Cero Barcelona.
Es un placer darle la bienvenida y espero que los lectores del blog disfruten de esta entrevista.
JK: Quiero comenzar esta entrevista preguntándote para los que aún no te conocen: ¿Quién es María Dolores García Pastor? Cuéntanos de tus inicios en la literatura.
Soy una de esas personas que ha escrito durante toda su vida, pero sin plantearse que pudiera llegar a ser algo, digamos, serio. En 2005 mi vida dio un cambio radical, rompí con todo en lo personal y profesional y decidí hacer lo que siempre había querido hacer: escribir, pero sin pretensiones. Como desconocía por completo el mundo editorial elegí la vía de los certámenes literarios. Me presenté a un montón de concursos sin suerte hasta que, cuando estaba a punto de rendirme, gané el IV Concurs Literari de La Rosa de Barcelona. Eso me subió la moral, me hizo pensar que no debía hacerlo tan mal si me habían dado aquel premio. Y seguí. Luego vino el YoEscribo.com de novela y muchas cosas más. Y así, poco a poco, ya llevo más de una década trabajando de una manera u otra en el mundo de la literatura.
JK: Has resultado laureada en varias ocasiones, ¿cuál es, según tu opinión, el secreto del éxito de una obra?
El secreto es que le guste al lector. Que una obra gane un concurso o que apueste por ella un editor no quiere decir necesariamente que sea mejor que otras, ni el hecho de no ganar concurso o de que no te publique no hace que uno sea mal escritor. Soy lectora empedernida y con los años he sido jurado en varias ocasiones y he comprobado que el factor suerte también es importante. Lo mismo en el mundo editorial. Libros que no merecen la pena alcanzan ventas desorbitadas y otros que son geniales pasan desapercibidos.
JK: ¿Qué es lo que más valoras en tu desempeño como escritora? ¿Tienes algún ritual a la hora de escribir?
Lo que más valoro es el hecho de poder escribir, de tener tiempo para hacerlo y contar con el reconocimiento de mi familia que entiende que cuando desaparezco en el estudio por horas estoy haciendo algo valioso, importante, al menos para mí.
A la hora de escribir busco la soledad, el espacio es siempre mi estudio y me acompaño de una taza de té (o unas cuantas), también hago arder una barrita de incienso. A veces pongo música, pero nunca con letra porque me distraigo y me pongo a cantar.
JK: Tu obra “El susurro de los árboles” fue la ganadora del VII Concurso YoEscribo.com de novela. Sobre ella dices: “Pesadillas como las del pueblo chileno desaparecen de la memoria colectiva como borradas por la lluvia. Pero hay heridas que no acaban de cicatrizar, que probablemente no sanarán nunca. Solo tal vez caigan en el olvido cuando el dolor de aquellos que la sufrieron también sea olvido”. Háblanos de su proceso creativo y de documentación. ¿Existe alguna anécdota especial que quieras compartir con nuestros lectores?
Era muy niña cuando supe de la dictadura chilena, de las torturas y los desaparecidos, y desde el primer momento me impactó. A partir de entonces leí, escuché o vi todo lo que cayó en mis manos sobre el tema. Escribí un relato, “Los ojos de Miguel”, que trataba sobre un chico desaparecido. Para hacerlo busqué información en Internet, y la búsqueda me llevó a una página llamada Memoria Viva. Allí dejé un mensaje comentando que estaba escribiendo un libro y buscaba testimonios reales. La avalancha de testimonios fue tremenda y las emociones al recibirlos también. La gente que se ponía en contacto conmigo había perdido a sus seres queridos y, sin esperanzas de obtener justicia, me veían como la última esperanza de que su historia no cayese en el olvido. Fue muy duro, pero una experiencia de vida fascinante.
Podría contar muchas anécdotas, pero, para no eternizarme, contaré sólo dos que tienen que ver con los dos Rodrigos del libro. Al primero lo asesinaron a los ocho años y cada acto por su memoria o cada novedad en la causa por su asesinato me han sido comunicados como si fuera un miembro más de la familia. El otro Rodrigo desapareció con dieciocho años, nunca más se supo de él. Cada año su madre nos envía un mensaje para recordarnos su cumpleaños y también cuando se cumplen años de su desaparición. La mayoría de los cincuenta libros que formaban parte del premio se fueron para diferentes lugares del mundo, a manos de las familias de los protagonistas reales del libro.
JK: ¿Cuáles son tus autores imprescindibles, de obligada lectura?
Soy muy anárquica con la lectura, leo de todo, aunque con los años cada vez soy más selectiva. Algunos de mis autores preferidos son Milan Kundera, Chimamanda Ngozi Adichie, Ana Maria Matute, Roberto Bolaño, Rosa Montero, Carsons McCullers, Isabel Allende o Michael Ende. Probablemente tengo más libros imprescindibles que autores, la lista sería interminable.
JK: La escritura humana refleja a la del universo, es su traducción, pero así mismo su metáfora: dice algo totalmente distinto y dice lo mismo. Es la punta de la convergencia, el juego de las semejanzas y las diferencias se anulan para que resplandezca, sola, la identidad. En este paralelismo, ¿qué particularidad te gustaría destacar del estado actual de la literatura española?
La crisis económica, el boom de las redes sociales o la autopublicación masiva en papel o plataformas digitales han cambiado mucho el panorama. Prevalecen los criterios económicos por encima de la calidad. Pese a todo siguen publicándose buenos libros y, al fin y al cabo, eso es lo que nos importa a los enfermos de lectura.
JK: ¿Crees que el idioma es una máscara, una pasión o una de nuestras incertidumbres?
El idioma es la herramienta, el medio que hacemos servir para quitarnos o ponernos la máscara, y para vivir y comunicar a los demás nuestras pasiones e incertidumbres.
JK: La grandeza de un libro está en sus aperturas para la mirada del lector, en su revelación de que el hombre puede llegar a mirar su propia historia de un modo deslumbrante y sin estériles conceptualismos matizados de ética o de esteticismos igualmente insuficientes. ¿Qué opinión te merece tal reflexión?
La grandeza de un libro está en los ojos con los que lo mire el lector. La lectura es un camino muy personal que cada uno de nosotros ha de andar libremente. Me refiero a que, una vez más, lo que para unos es un gran libro para otros puede ser un tostón. Y, en todo caso, hay que leer malos libros para llegar a apreciar los buenos.
JK: ¿Cuáles son tus proyectos actuales y futuros? ¿Algún adelanto para tus lectores?
Mis proyectos actuales pasan por leer mucho y centrarme en mi nuevo proyecto literario que va tomando forma después de casi dos años de trabajo de documentación. A partir de febrero, si los hados nos son propicios, me centraré en la promoción de mi última novela “El domador de lagartijas” que está previsto que vea la luz para esa fecha. Lo publica la editorial Palabras de Agua y tengo unas ganas tremendas de tenerlo en las manos.
JK: Si tuvieras que improvisar en unas pocas líneas un mensaje para darlo a conocer al mundo. ¿Cuál sería?
Sean felices, céntrense en lo importante, que la vida es breve y cuando uno quiere darse cuenta ya ha pasado.
JK: ¿Qué consejos puedes darles a los escritores noveles?
Que lean y escriban mucho, y que no desesperen. Constancia y trabajo. Si además salen padrinos o nos favorece la suerte mejor que mejor.
JK: Ya para finalizar… si tuvieras que definir un sueño, ¿qué nombre le pondrías?
En mi momento actual le pondría “El domador de lagartijas”, en otro momento podría tener cualquier otro nombre.
El idioma es la herramienta, el medio que hacemos servir para quitarnos o ponernos la máscara, y para vivir y comunicar a los demás nuestras pasiones e incertidumbres.
JK: La grandeza de un libro está en sus aperturas para la mirada del lector, en su revelación de que el hombre puede llegar a mirar su propia historia de un modo deslumbrante y sin estériles conceptualismos matizados de ética o de esteticismos igualmente insuficientes. ¿Qué opinión te merece tal reflexión?
La grandeza de un libro está en los ojos con los que lo mire el lector. La lectura es un camino muy personal que cada uno de nosotros ha de andar libremente. Me refiero a que, una vez más, lo que para unos es un gran libro para otros puede ser un tostón. Y, en todo caso, hay que leer malos libros para llegar a apreciar los buenos.
JK: ¿Cuáles son tus proyectos actuales y futuros? ¿Algún adelanto para tus lectores?
Mis proyectos actuales pasan por leer mucho y centrarme en mi nuevo proyecto literario que va tomando forma después de casi dos años de trabajo de documentación. A partir de febrero, si los hados nos son propicios, me centraré en la promoción de mi última novela “El domador de lagartijas” que está previsto que vea la luz para esa fecha. Lo publica la editorial Palabras de Agua y tengo unas ganas tremendas de tenerlo en las manos.
JK: Si tuvieras que improvisar en unas pocas líneas un mensaje para darlo a conocer al mundo. ¿Cuál sería?
Sean felices, céntrense en lo importante, que la vida es breve y cuando uno quiere darse cuenta ya ha pasado.
JK: ¿Qué consejos puedes darles a los escritores noveles?
Que lean y escriban mucho, y que no desesperen. Constancia y trabajo. Si además salen padrinos o nos favorece la suerte mejor que mejor.
JK: Ya para finalizar… si tuvieras que definir un sueño, ¿qué nombre le pondrías?
En mi momento actual le pondría “El domador de lagartijas”, en otro momento podría tener cualquier otro nombre.
Muchas gracias a María Dolores por habernos hecho partícipes de sus experiencias.
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