Memorial de la casa
vacía
Hay
una casa vacía que no espera a nadie.
Hay
un puente que nadie cruzará.
Hay
una espuma sobre la que ningún rayo de sol deja fulgor.
Hay
una mujer que me espera pero que no me conoce.
Hay
un sentimiento humano tapiado para siempre
sin
que ningún poeta descifre su terrible poder.
Hay
un rencor que no se da y una piedad que no se recibe.
Hay
un oscuro presentimiento en los huesos del que ansiamos
deshacernos
y sólo logramos avivar.
Hay
pájaros que confunden sus jaulas de hierro
con
espesos amaneceres
e
idiotas que piensan ser dioses
porque
tal vez en verdad lo son.
Hay
nubes y frutos desconectados de todo egoísmo
y
una ventana que sólo sirve para ignorar el mundo.
Hay
un cofre hecho para el vacío
y
una boca nacida para no ser besada.
Hay
una piedra que sueña con que jamás nadie estorbe su muerte.
Hay
una escritura cuya grafía es el secreto.
Hay
una piel hecha para que el mar la borre.
Y
hay quien sueña con un bosque solitario
junto
a una pradera solitaria
cerca
de una colina desde donde pueda oírse cantar el firmamento.
Somari
Un
ridículo poema en tu nombre señora
una
taza levantada en tu nombre señora
la
última cerveza en el último bar en tu nombre señora.
Todos
los sueños ¿adónde se escaparon?
Aquello
que brilló ¿fueron tus ojos alguna vez?
Déjame
extraer la última moneda de mi manga
por ti
señora
la
última moneda del sol.
Un
pájaro a lo lejos tal vez el mar
parroquianos
fumando
y
este ridículo poema en tu nombre
amor mío,
amor mío.
Somari del extraño
Si
alguien pregunta
por qué me oculto
Di
“No es nada
padece de sombra”.
Somari
De
saber que te llamabas penumbra
yo habría sido escondite
agujero
o
zanja solitaria.
Pero
te hiciste llamar mediodía
y
no te hallo
en el resplandor.
Sobre el autor:
Gustavo Pereira
(Bolívar, 1940). Es uno de los poetas más importantes de su generación y de la
historia literaria venezolana. Ensayista y crítico literario, doctorado en la
Universidad de París y fundador del Departamento de Humanidades y Ciencias
Sociales de la Universidad de Oriente. Formó parte del grupo Símbolo (1958), fue director y fundador
de la revista Trópico Uno, de Puerto
La Cruz. Ha obtenido numerosos reconocimientos:
·
Premio
Nacional de Literatura (2001)
·
Premio
José Antonio Ramos Sucre (1997)
·
Premio
de Poesía Fundarte (1993).
Director de la
Revista Nacional de Cultura en los años 1999-2002 y autor de una treintena de
libros; entre ellos: Preparativos del
viaje (1964), En plena estación
(1966), Hasta reventar (1966), El interior de las sombras (1968), Los cuatro horizontes del cielo (1970), Poesía de qué (1971), Libro de los Somaris (1974), Segundo Libro de los Somaris (1979), Vivir contra morir (1988), El peor de los Oficios (1990), La fiesta sigue (1992), Escrito Salvaje (1993), Antología poética (1994), Historias del paraíso (1999), Dama de niebla (1999), Oficio de partir (1999), Costado indio (2001) y Sentimentario (2004)