Zinaida Evgenievna Lanceray nació en 1884 en Neskuchnoye, cerca de Jarkov (entonces Rusia, hoy Ucrania) en la aristocrática familia de los Lanceray-Benois, que contaba ya con varios artistas.
Su privilegiada posición en la Rusia zarista permitió a Zinaida estudiar en Italia y Francia. En 1905, se casó con su primo Boris Serebriakov, adquiriendo el apellido Serebriakova.
Pertenecía a la
artística familia
de Benois. Su abuelo, Nicholas Benois, fue un famoso arquitecto, presidente de la
Sociedad de Arquitectos y miembro de la Academia
Rusa de Ciencias. Su tío, Alexandre
Benois, fue un famoso pintor, fundador del grupo de arte Mir Iskusstva. Su padre, Yevgeny
Nikolavevich Lancerav, fue un conocido escultor y su madre, que era la
hermana de Alexandre Benois, tenía predilección para el dibujo.
Nos presenta en su trabajo una serie de cuadros sobre la belleza de la
mujer en los tiempos de la Unión Soviética. Con ello trata de demostrar su amor
al arte y a su país, situándola como una de las mejores pintoras de Rusia.
La característica principal del trabajo pictográfico de Serebriakova es el
calor y la emoción que imprime a su pincelada, haciendo de ello un arte
expresionista. Algunos conocedores sobre la vida de la pintora mencionan que
ella misma participaba como modelo de sus cuadros, historia que da a su trabajo
un halo de misterio.
Zinaida
se dedicaba a la pintura de temas campesinos, pero la Revolución de Octubre de
1917 cambió radicalmente su vida. En 1919 su esposo Boris murió de tifus,
contraído, al parecer, durante una estancia en la cárcel. Ella quedó como
responsable de sus cuatro hijos y su madre enferma y en difícil situación
económica.
Tuvo que renunciar al óleo en favor de las técnicas menos costosas
como el carbón y el lápiz. En esta época difícil hizo sus obras más trágicas,
como La casa de los naipes, donde aparecen sus cuatro hijos
huérfanos.
Se negó a cambiar su estilo por el
característico de la época soviética, pero le dieron un trabajo en el Museo
Arqueológico de Jarkov, que consistía en dibujar a lápiz los objetos expuestos.
En 1924 Serebriakova recibió el encargo
de hacer un gran panel decorativo, para lo que se trasladó a París, dejando en
San Petersburgo a sus hijos y a su madre. Decidió no regresar a Rusia. Algún
tiempo después se las arregló para que permitieran a su hijo Sasha y a su hija
Katya cruzar la frontera, en 1926 y 1928 respectivamente, y reunirse con ella,
pero los otros dos, Zhenya y Tanya, tuvieron que quedarse con su abuela en
Rusia.
No fue hasta el deshielo de Jruschov que
el gobierno soviético le permitió reanudar el contacto con su familia en la
Unión Soviética. En 1960, después de 36 años de separación forzada, se permitió
a su hija mayor visitarla.
Las obras de Zinaida Serebriakova se expusieron
finalmente en la Unión Soviética en 1966, en Moscú, Leningrado y Kiev, con gran
éxito. Sus libros se vendieron por millones y se la comparó con Botticelli y
Renoir.
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